
Corrupción por turnos: el caso Montoro y el teatrillo del bipartidismo podrido
La opinión de Javier García Isac de hoy, jueves 24 de julio de 2025
La reciente imputación de Cristóbal Montoro, exministro de Hacienda con Mariano Rajoy, no hace sino confirmar lo que muchos llevamos años denunciando: que el PP y el PSOE no son adversarios, sino cómplices de un sistema basado en la alternancia corrupta y el encubrimiento mutuo. Han hecho de la política una herramienta para protegerse entre ellos, perseguir a sus enemigos ideológicos y utilizar las instituciones del Estado, incluido el todopoderoso Ministerio de Hacienda, como un ariete para aplastar a quien se atreva a cuestionar el régimen del 78.
Montoro fue durante años el martillo fiscal del Gobierno del Partido Popular, el encargado de recaudar hasta el último céntimo con una voracidad propia de regímenes totalitarios. No dudó en utilizar la Agencia Tributaria como instrumento de represión ideológica. ¿Acaso hemos olvidado los listados de morosos publicados a conveniencia? ¿O las inspecciones selectivas contra asociaciones, fundaciones y medios de comunicación incómodos? Montoro fue el rostro amable —aunque torvo— de una maquinaria fiscal despiadada que no solo buscaba ingresos, sino también silenciar y arruinar a quien no se arrodillara ante el poder.
Y ahora, siete años después de dejar el cargo, cuando parecía que todo había quedado en el olvido, el PSOE desempolva el caso y lo pone en la picadora mediática. No por un repentino ataque de decencia institucional —de eso ya nadie se lo cree—, sino porque necesitan desesperadamente desviar la atención de su propio lodazal: Begoña Gómez, Koldo, Ábalos, Víctor de Aldama, Tito Berni, el hermano del presidente, la cátedra fake, las ayudas amañadas, el escándalo del Africa Center, los 200 millones del IVA evadido, los hidrocarburos, la lista es interminable.
La secuencia es clara: un juzgado archiva el caso Montoro. Otro, ahora, decide reabrirlo y citarle como investigado. Todo sin una sola filtración, sin campañas previas, sin portadas escandalosas. Todo muy discreto. El tratamiento mediático no tiene nada que ver con lo que han hecho con cualquier asunto relacionado con VOX, donde basta una denuncia sin fundamento para abrir telediarios y linchar mediáticamente a cualquiera.
La izquierda ha puesto su maquinaria a trabajar. No es casualidad que esto suceda en plena ofensiva judicial contra el sanchismo. No es casualidad que mientras se acumulan las imputaciones en la órbita de Moncloa, nos quieran colar el “y tú más” para empatar la partida. Solo que aquí no hay empate posible: el PP ha sido un partido torpe y corrupto, pero el PSOE ha institucionalizado la corrupción como forma de poder. El PP roba, el PSOE roba y además te dice cómo debes vivir, qué puedes pensar y a quién puedes votar. El PSOE miente, manipula, censura, persigue y encima se disfraza de víctima.
Lo de Montoro puede ser cierto. Como puede ser cierto lo de Ábalos, lo de Koldo y lo de Tito Berni. Pero lo que no podemos aceptar es el chantaje moral del sistema, el relato tramposo del bipartidismo, que nos quiere convencer de que todos son iguales y que lo mejor es dejar todo como está. No, no todos son iguales. No es lo mismo usar Hacienda para recaudar con dureza que usar la presidencia del Gobierno para colocar a toda tu familia, financiar a tu partido con fondos de dictaduras extranjeras y manejar los tribunales como si fueran parte del gabinete.
La verdadera diferencia entre el PP y el PSOE es que el primero, cuando roba, lo hace con complejo, mirando de reojo y pidiendo perdón. El PSOE, en cambio, lo hace con soberbia, con cinismo y con la complicidad de todos los resortes del Estado: jueces afines, fiscales serviles, periodistas vendidos y medios públicos que son altavoces del poder. Sánchez ha perfeccionado el modelo. Ha convertido la mentira en método y la corrupción en política de Estado.
Por eso, frente a este espectáculo bochornoso de autojustificaciones cruzadas, solo hay un partido que puede hablar con la cabeza alta: VOX. Ni mochilas de corrupción, ni pactos con el mal, ni subordinaciones a intereses oscuros. Solo VOX ha dicho claramente que hay que regenerar, limpiar y refundar. Y por eso quieren silenciarlo, aislarlo y criminalizarlo. Porque no juega al teatro de la alternancia, porque no se calla ni se vende.
La imputación de Montoro puede servir para algo: para recordarnos que el PP también forma parte del problema. Que el PP ha tenido ministros como Montoro, Soraya o Ábalos II —sí, porque en el fondo se parecían más de lo que parece—. Que el PP jamás desmontó el chiringuito progre, ni auditó la corrupción socialista, ni depuró a sus traidores. Que el PP sirve para mantener en pie un sistema que solo se sostiene si alternan entre ellos el control del BOE y del Falcon.
No necesitamos alternancia, necesitamos alternativa. No necesitamos otro turno de poder, sino un nuevo proyecto nacional, claro, limpio y valiente. Y hoy, guste o no, ese proyecto solo lo representa VOX.
Más noticias: