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Charlie Kirk
OPINIÓN

Balas contra palabras: el asesinato de Charlie Kirk

La opinión de Javier García Isac de hoy, jueves 11 de septiembre de 2025

Ayer cayó asesinado a tiros Charlie Kirk. Tenía solo 31 años. Era joven, brillante, convincente, católico. Pero sobre todo era peligroso para la izquierda, porque con la palabra desmontaba todo el edificio de falsedades, victimismos y mentiras que el progresismo ha levantado durante décadas en las universidades norteamericanas.

No lo soportaban. La izquierda nunca lo soporta. No sabe debatir, no sabe confrontar ideas. Solo sabe imponer, silenciar, cancelar. Y cuando la palabra del adversario se convierte en un arma más potente que sus dogmas, entonces recurre a lo único que históricamente siempre ha sabido manejar: la violencia.

Charlie Kirk era uno de los oradores más persuasivos de la nueva generación conservadora estadounidense. Allí donde hablaba, lograba desmontar uno a uno los mitos de la corrección política mediante el debate, del feminismo radical, del antirracismo convertido en negocio y del totalitarismo climático. Su pensamiento no era un pensamiento aislado: conectaba directamente con millones de jóvenes que encontraban en él el coraje para enfrentarse al adoctrinamiento universitario.

Por eso le temían. Por eso lo señalaron. Por eso lo odiaron. Y ayer lo mataron. No fue un crimen cualquiera. Fue un asesinato político. Fue el fanatismo de la izquierda actuando con toda su crudeza. Balas contra palabras. La imagen no puede ser más simbólica, ni más aterradora: mientras exponía sus ideas en una universidad, lugar que debería ser el templo del debate, alguien decidió callarlo para siempre.

Charlie Kirk era un ferviente defensor del presidente Donald Trump, y no es exagerado decir que Trump le debía buena parte de su arrolladora victoria electoral. Él había logrado llevar el mensaje conservador a lugares donde parecía imposible, había encendido la llama del patriotismo en aulas secuestradas por el marxismo cultural. La izquierda le tenía miedo porque representaba el futuro, la continuidad, la esperanza de una nueva generación que ya no quiere pedir permiso para ser libre.

Y frente a todo esto, ¿qué ha hecho la izquierda? Silencio. Mirar para otro lado. Ni una condena clara, ni un rechazo contundente. Porque para ellos no es un crimen: es la consecuencia “natural” de enfrentarse a su proyecto totalitario. Han cosificado al rival político, lo han convertido en un enemigo a eliminar, y al final alguien apretó el gatillo.

La enseñanza es clara y dolorosa: no se puede dar la espalda a la izquierda, no se le puede conceder ni un minuto de ventaja. Van a por todas. No se conforman con insultar, con censurar, con perseguir mediáticamente. También matan. Y lo seguirán haciendo mientras el adversario siga confiando ingenuamente en una neutralidad que ellos jamás respetarán.

Este asesinato político nos recuerda, una vez más, lo que siempre ha sido la izquierda: violencia, odio y sangre. No soportan la libertad, no toleran la verdad, no admiten la confrontación de ideas. Lo de Charlie Kirk no es un hecho aislado, es el resultado lógico de décadas de legitimación del odio al disidente, del “fascista” como enemigo, del adversario convertido en monstruo.

Hoy rendimos homenaje a Charlie Kirk. Recordamos quién era y qué significaba. Su vida fue breve, pero su palabra permanecerá como ejemplo de que todavía hay jóvenes dispuestos a enfrentarse a la tiranía del pensamiento único. La izquierda ha apagado su voz, pero no podrá matar las ideas que él defendía.

Charlie Kirk ya es símbolo de la lucha por la libertad, de la palabra contra la bala, de la verdad frente a la mentira. Y de nosotros depende que su sacrificio no sea en vano.

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