
El Bloque Nacional: la gran apuesta de Calvo Sotelo por una España vertebrada 2/5
Por Javier García Isac
En los años convulsos de la Segunda República, cuando España caminaba irremediablemente hacia el abismo de la revolución y el caos, Calvo Sotelo surgió como una figura que supo ver con claridad meridiana el drama que se avecinaba. José Calvo Sotelo, político de talento, estadista con mayúsculas y patriota a carta cabal, fue uno de los pocos capaces de articular una respuesta firme y estructurada frente al proceso de disgregación nacional que promovía el Frente Popular encabezado por el PSOE. Su respuesta se plasmó en la creación del Bloque Nacional, una plataforma de convergencia de las fuerzas anti republicanas que pretendía ofrecer una alternativa seria, coherente y patriótica ante la demolición del Estado español.
La génesis del Bloque Nacional: una España en ruinas morales
España en 1934 era una nación acosada por el desgobierno, el sectarismo y el odio de clase. La República, en lugar de ser un régimen de libertad y justicia, se había transformado en un aparato revolucionario al servicio de la izquierda más radical. La mal llamada revolución de octubre de 1934, que no fue más que una intentona golpista, instigada por socialistas y comunistas, con epicentro en Asturias y con la complicidad de la Generalitat separatista de Companys en Cataluña, fue el aviso definitivo de que la legalidad republicana era solo una máscara tras la que se ocultaban quienes pretendían destruir España.
Frente a este panorama de disolución nacional, Calvo Sotelo entendió que la respuesta no podía ser la fragmentación del patriotismo en capillas ideológicas. Era urgente construir una plataforma común que uniera a todos aquellos que, desde posiciones tradicionalistas, monárquicas o simplemente patrióticas, quisieran frenar la deriva revolucionaria. Así nació el Bloque Nacional, presentado oficialmente en octubre de 1934, como una propuesta política que buscaba vertebrar España en torno a los principios de unidad, orden, autoridad, tradición y soberanía.
La convergencia de fuerzas anti republicanas: de la dispersión a la unidad
El mérito de Calvo Sotelo no fue sólo ideológico, sino estratégico y político. Supo reunir bajo una misma bandera a sectores tan diversos como los alfonsinos de Renovación Española, los tradicionalistas carlistas, los monárquicos independientes, antiguos dirigentes de la dictadura de Primo de Rivera y sectores del Ejército hartos del desorden. Esta convergencia no era fácil, pues se trataba de familias políticas con diferencias de matiz, de historia y hasta de intereses. Pero todas compartían una certeza: la República estaba arrastrando a España al precipicio.
En este proceso de unificación jugaron un papel fundamental figuras como Antonio Goicoechea, exministro de la Monarquía y líder de Renovación Española, Ramiro de Maeztu, intelectual del pensamiento hispánico que aportó la base doctrinal del bloque, el marqués de Quintanar, como representante del tradicionalismo aristocrático, y José María Pemán, cuyo magisterio desde la prensa ayudó a cohesionar el discurso del patriotismo social. El Bloque Nacional no era una improvisaciónoportunista, sino una alternativa ideológica sólida frente al vaciamiento de las instituciones y la subversión permanente promovida desde el gobierno.
Una estrategia parlamentaria frente al caos revolucionario
Calvo Sotelo, que había regresado del exilio tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, entendía que la lucha por España debía librarse inicialmente en el terreno parlamentario y legal. No era ingenuidad: era inteligencia política. Desde su escaño en las Cortes —al que accede tras ser elegido diputado por Orense en las elecciones de 1933— denunció sin descanso la descomposición del régimen republicano, el doble lenguaje del PSOE, la connivencia del Estado con el separatismo catalán y la brutalidad de la represión de los revolucionarios. Su figura brilló como una de las pocas voces lúcidas, firmes y valientes en medio del ruido.
El Bloque Nacional no se conformó con denunciar, sino que propuso una nueva articulación del Estado, basada en la recuperación de la autoridad, el prestigio del Ejército, el orden social, la propiedad, la religión católica como alma nacional y la descentralización jerárquica bajo la Corona. Frente al caos y el frentepopulismo, Calvo Sotelo planteó un modelo de Estado fuerte, respetuoso con las libertades, pero incapaz de tolerar la subversión permanente. Su propuesta era moderna, regeneradora y profundamente española. Y por eso se convirtió en objetivo político y personal del Frente Popular.
Calvo Sotelo, portavoz del patriotismo: de la palabra a la amenaza
La firmeza de Calvo Sotelo en el Parlamento provocó la furia de las bancadas socialistas y comunistas. Sus intervenciones eran demoledoras, rigurosas, documentadas. No insultaba, pero denunciaba. No clamaba, pero desenmascaraba. Sabía que su palabra tenía consecuencias, y no se acobardó. Fue uno de los pocos que se atrevió a acusar abiertamente al Gobierno de proteger a los revolucionarios y perseguir a los patriotas.
El 16 de junio de 1936, Calvo Sotelo pronunció un discurso histórico, quizá el más importante de la historia del parlamentarismo español. Con voz serena, pero firme, advirtió que, si el Estado no era capaz de garantizar el orden y la unidad nacional, otros lo harían. Fue una advertencia profética. Aquella intervención selló su destino: fue asesinado el 13 de julio de 1936 por miembros de la escolta del socialista Indalecio Prieto, en un crimen de Estado que precipitó el levantamiento del 18 de julio. A Calvo Sotelo no lo mataron por conspirar, sino por hablar.
El Bloque Nacional como proyecto de Estado
El Bloque Nacional no fue un partido más. Fue un proyecto de Estado, una propuesta de refundación nacional frente a la demolición de España. Supo aunar el espíritu del tradicionalismo, el realismo político del monarquismo alfonsino, la regeneración social del corporativismo, la identidad hispánica como esencia espiritual y el patriotismo como forma de vida. No fue un proyecto de odio, como la izquierda pretende, sino de afirmación nacional.
La izquierda lo detestaba precisamente por eso: porque proponía una alternativa, porque despertaba conciencias, porque hablaba de España con orgullo y sin complejos. El Bloque Nacional no se avergonzaba de la historia, no renunciaba a la tradición y no negociaba con quienes querían destruir la patria. Frente al laicismo agresivo, el separatismo disgregador y el marxismo destructor, Calvo Sotelo ofrecía una España ordenada, justa, cristiana y fuerte. Una España posible.
Una lección para el presente
Hoy, noventa años después, el Bloque Nacional sigue siendo un referente para todos aquellos que no se resignan a ver España humillada, vendida o dividida. Su espíritu vive en cada español que defiende la verdad frente a la propaganda, la unidad frente a la fragmentación, y la historia frente al olvido manipulado.
Calvo Sotelo, mártir de la patria, supo ver antes que nadie lo que estaba en juego. El Bloque Nacional fue su legado político y su último servicio a España. Aquel intento de reconstrucción nacional sigue siendo una lección para nuestro presente: cuando la nación está en peligro, no hay lugar para los cálculos egoístas ni para la comodidad. Solo hay una obligación moral: levantarse y luchar. Como hizo Calvo Sotelo. Como debemos hacer nosotros.
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