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augusto pinochet en chile y los atentados del 11s
OPINIÓN

11 de septiembre: el día que cambió el mundo

La opinión de Javier García Isac de hoy, jueves 11 de septiembre de 2025

El 11 de septiembre es una de esas fechas que marcan la historia universal. No se trata de una sola efeméride, sino de dos acontecimientos separados en el tiempo y en el espacio, pero unidos en la trascendencia que tuvieron para el destino de las naciones y para la política mundial. Dos hechos que cambiaron el curso de la historia: el golpe militar de Augusto Pinochet en Chile, en 1973, y los atentados terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York en 2001.

Chile: de la ruina socialista al milagro económico

El 11 de septiembre de 1973, Chile vivía una situación insostenible. Tres años de socialismo con Salvador Allende habían bastado para hundir la nación en el caos más absoluto: desabastecimiento, inflación disparada, violencia en las calles, huelgas constantes, la intervención de la economía, el sectarismo político y el germen de la guerra civil. Allende, idolatrado por la izquierda internacional, fue en realidad un presidente nefasto que llevó a su pueblo al hambre y a la desesperación.

Ese día, las Fuerzas Armadas, encabezadas por el general Augusto Pinochet, decidieron poner fin a aquel desastre. Fue el inicio de una nueva etapa para Chile. A diferencia del mito que la izquierda y sus terminales mediáticas han construido, Pinochet no llevó a su país a la tiranía, sino que devolvió la paz y la seguridad, y sentó las bases del desarrollo económico más sólido de Hispano América.

El llamado “milagro chileno”, impulsado por las reformas de mercado, convirtió a Chile en la nación más próspera y estable del cono sur. Gracias a esas políticas, el país se modernizó, redujo la pobreza de manera drástica y se colocó como ejemplo para toda la región. Pinochet entregó un Chile infinitamente mejor del que recibió: más rico, más seguro y con instituciones sólidas.

Hoy, sin embargo, su legado está siendo destruido por el actual presidente Gabriel Boric, un auténtico “merluzo” incapaz, que ha devuelto al país al camino de la inestabilidad, de la crisis política, moral y económica. Chile ha pasado de ser un ejemplo de libertad y desarrollo a convertirse en un laboratorio de ingeniería social para la izquierda radical. La esperanza, como siempre en los momentos más difíciles, está puesta en la figura de José Antonio Kast y en las próximas elecciones presidenciales, que pueden devolver al pueblo chileno la dignidad y la prosperidad que Boric le ha arrebatado.

2001: las Torres Gemelas y la guerra equivocada

Veintiocho años después, otro 11 de septiembre volvió a conmocionar al planeta. Eran las 8:46 de la mañana en Nueva York cuando un avión se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center. Diecisiete minutos más tarde, un segundo avión impactaba contra la Torre Sur. Las imágenes de los rascacielos ardiendo y finalmente desplomándose recorrieron el mundo entero, dejando una cicatriz imborrable en la memoria colectiva.

El atentado islamista más sangriento de la historia dejó casi 3.000 muertos y abrió una nueva era de incertidumbre. Pero lo más grave no fue el ataque en sí, sino las decisiones erróneas que vinieron después. Con la excusa de la “lucha contra el terrorismo”, Estados Unidos y sus aliados lanzaron una serie de guerras que no solo no solucionaron nada, sino que empeoraron la situación mundial.

La invasión de Afganistán desembocó en una guerra interminable, de baja intensidad, que duró más de veinte años y que concluyó con la humillante retirada de Occidente y la victoria de los talibanes.

Peor aún fue la guerra de Irak. Con la excusa de unas inexistentes armas de destrucción masiva, se derrocó a Sadam Husein, un dictador sí, pero también un muro de contención contra el terrorismo islamista. La caída de Husein no trajo democracia ni estabilidad, sino el caos absoluto, la proliferación de grupos terroristas y un Medio Oriente en permanente estado de guerra.

En nombre de la seguridad, se tomaron decisiones que hicieron al mundo mucho más inseguro.

Del 11-S al 11-M: la herida española

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 no fueron un hecho aislado. Marcaron el inicio de una espiral de violencia islamista que golpeó después a Europa. España lo sufrió con toda su crudeza el 11 de marzo de 2004, cuando Al Qaeda atentó en los trenes de Madrid dejando 193 muertos y casi 2.000 heridos.

Aquel atentado no solo fue una tragedia humana, también fue un cambio político radical: supuso el fin del gobierno del Partido Popular y la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente que inauguraría la etapa de la rendición al separatismo, la alianza con la extrema izquierda y el inicio de la decadencia que hoy sufrimos con Pedro Sánchez.

El 11-M fue, en definitiva, la consecuencia más directa del 11-S en suelo español. Un golpe a la democracia que marcó el rumbo político de nuestra nación en el siglo XXI.

Dos lecciones para no olvidar

El 11 de septiembre nos deja dos grandes lecciones. La primera, que el socialismo siempre lleva a la ruina, como en Chile, y que solo un gobierno fuerte y decidido puede salvar a un país de su destrucción. La segunda, que las guerras libradas en nombre de la libertad pero sin objetivos claros, como en Afganistán e Irak, no sirven para nada y solo fortalecen a quienes dicen combatir.

Ese día, en dos momentos diferentes, cambió la historia del mundo. Y hoy, cuando vemos a Chile hundido en el caos por Boric y a Occidente sumido en el miedo, la inseguridad y la crisis moral, conviene recordar que la libertad no se regala: se conquista, se defiende y se mantiene con coraje.

El 11 de septiembre nos recuerda que la historia no la escriben los neutrales ni los cobardes, sino quienes tienen la valentía de plantar cara al comunismo y al fanatismo. Pinochet salvó a Chile de la ruina socialista, mientras que Occidente, tras el 11-S, se equivocó en el enemigo y sembró más caos que seguridad. Y España, con el 11-M, comprobó en carne propia que esos errores se pagan muy caros.

Hoy, cuando vemos a Sánchez repetir las mismas claudicaciones de Zapatero y a Boric destruir lo que Pinochet levantó, debemos aprender la lección: la libertad no se mendiga, se defiende. Y quien no entienda esto, está condenado a vivir de rodillas.

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