
El 'Aló Presidente' de Pedro Sánchez en TVE
Por Javier García Isac
Lo de Televisión Española ya no es ni televisión pública ni un medio al servicio de todos los españoles. Es, lisa y llanamente, el canal oficial del sanchismo, el plató donde se monta, sin el menor pudor, un “Aló Presidente” al más puro estilo chavista. La entrevista de Pepa Bueno a Pedro Sánchez no fue una entrevista: fue un masaje, un publirreportaje, un espacio propagandístico pagado con el dinero de todos.
Una periodista dócil, entregada, que no preguntaba, sino que servía bandejas para que el presidente corrupto desplegara su relato falsario. No hubo repreguntas, no hubo contradicción, no hubo periodismo. Hubo sumisión.
La gran mentira de los presupuestos
Sánchez se permitió el lujo de afirmar que seguirá gobernando incluso sin presupuestos, porque –según él– lo importante es evitar la “parálisis del país”. ¡Qué sarcasmo! Precisamente hace dos años paralizó España entera, prorrogando cuentas y utilizando el bloqueo presupuestario como arma política. Hoy, sin rubor alguno, afirma justo lo contrario. Es la constante de su trayectoria: mentir sin descanso, con una soberbia impropia, y convencido de que los españoles tragaremos.

Inmigración: culpar a la víctima
Otro de los momentos más bochornosos fue su discurso sobre la inmigración. No habló de invasión, ni de inseguridad, ni del aumento de delitos que todos conocemos y sufrimos. No: para Sánchez, el problema no son los cientos de ilegales que llegan cada semana, ni los MENAs que colapsan barrios enteros, ni las mafias que hacen negocio con la complicidad de gobiernos rendidos. El problema, según el presidente, somos quienes lo denunciamos. Quienes no callamos. Quienes advertimos de que España no puede convertirse en un campamento sin ley. A nosotros nos acusa de “odio”. Es el viejo truco de la izquierda: criminalizar la palabra libre para justificar la inmigración masiva y el multiculturalismo impuesto.
Incendios: resiliencia y cambio climático
Con los incendios arrasando miles de hectáreas, el relato volvió a ser el mismo de siempre: “resiliencia”, “emergencia climática”, “cambio climático”. Palabras huecas que sirven de coartada para no asumir responsabilidades. No habló de pirómanos, ni de negligencia, ni de que en invierno no se limpia el monte porque la Agenda 2030 lo prohíbe. No habló de la falta de medios, de pilotos o de planificación. Todo se reduce al mantra climático, ese negocio global que sirve para justificar la inacción y tapar el abandono.
El ataque a los jueces
Donde se mostró más cómodo fue en su ataque frontal a la Justicia. Volvió a cargar contra los jueces que investigan la corrupción de su familia y de su partido. Esos jueces son, según él, parte de una supuesta “conspiración” contra el Gobierno. Jamás un presidente había atacado con tanta saña a quienes tienen la obligación de aplicar la ley. Pero claro, para Sánchez, la ley es él.
Llegó al extremo de defender lo indefendible: que el fiscal general del Estado, imputado, no debe dimitir. ¿Por qué? Porque “es inocente”. ¿Quién lo dice? ¿Un juez? ¿Un tribunal? No. Lo dice Sánchez. Y basta. Esa es la justicia al estilo bolivariano: la inocencia o culpabilidad no la dicta un tribunal independiente, sino el dedo del caudillo.
El sanchismo como régimen
Lo que vimos en Televisión Española no fue periodismo, fue régimen. Una escenografía perfectamente diseñada para que el presidente corrupto repita sus mantras: “resiliencia”, “cambio climático”, “odio”, “extrema derecha”. Todo mientras evita dar una sola explicación sobre la corrupción que salpica a su mujer, a su hermano, a sus ministros y a sus colaboradores.
El sanchismo no gobierna: ocupa. Ha ocupado el poder político, el judicial, el mediático y, por supuesto, el televisivo. TVE ya no es la televisión de todos, es la televisión del partido, como lo fueron en su día los medios de propaganda de regímenes totalitarios. Es la RTVE del PSOE al servicio de Sánchez.
El pueblo frente al relato
La entrevista de Pepa Bueno es la mejor radiografía del momento que vivimos: un Gobierno corrupto, sostenido por una prensa dócil, que convierte la mentira en dogma y la propaganda en periodismo. Un “Aló Presidente” en versión española, donde un mandatario que debería rendir cuentas se dedica a insultar, a mentir y a manipular.
Pero que no se engañe: los españoles no somos tontos. La realidad, esa que no se puede maquillar en un plató, acaba siempre imponiéndose. Y la realidad es que Sánchez es un presidente desacreditado, un régimen en descomposición que se sostiene en el poder gracias a la mentira y al miedo.
El “Aló Presidente” del sanchismo es una caricatura patética, pero peligrosa. Porque nos demuestra hasta dónde están dispuestos a llegar para perpetuarse en el poder. Y porque nos obliga a recordar que la libertad de prensa, la independencia judicial y la dignidad nacional están hoy más amenazadas que nunca.
Javier García Isac
Más noticias: