
Adiós profesor Iglesias, un día de aseo académico en la UCM
Por Antonio Sánchez Sánchez
Una noticia de calado vertida por su propio protagonista a través de un argumentado post en la red social X el pasado día 14 de este caluroso mes de julio, bien podría ser motivo de alta mención en los pregones de fiestas de todos los pueblos para exaltación y albricias de sus gentes.
Pablo Iglesias anuncia que no seguirá formando parte de los equipos docentes de la facultad de Ciencias Políticas de la Complutense – y todo el público salta enardecido entre brindis, vítores y abrazos - ¡No al adoctrinamiento en la universidad! – gritan y jalean los asistentes -.
Tras el correspondiente proceso selectivo llevado a cabo para la renovación de diversas plazas para profesor asociado de la UCM, Iglesias manifiesta que ha obtenido calificaciones bajas que no le permitirán acceder a ninguna de las tres a las que se postulaba. Las áreas pretendidas son - Sistema político español, Política comparada, Gobernanza global, Análisis político y Actores políticos - , pero, como él mismo refiere en su post, “el tribunal ha estimado que hay varios candidatos con mejor experiencia profesional fuera de la docencia para impartir las citadas materias” que él mismo.
Claro estimado Pablo, es que resulta que lo baremado, además de las pruebas asumidas en oposición, era la experiencia profesional y ahí es donde te confundes en relación a tu abruptamente finalizada carrera política. La política no es una profesión aunque un sistema carente de baremos evaluadores del mérito y la capacidad insista en generar una casta política que nunca desempeñó trabajo alguno fuera del ámbito de los partidos políticos. La política debe ser una vocación donde sus esfuerzos, guiados por los más eminentes miembros de la sociedad den un paso al frente por vocación de servicio público y aun sacrificando su éxito profesional, su desarrollo personal o incluso en detrimento de sus propias familias, estén dispuestos a aportar de manera vocacional su conocimiento basado en la experiencia junto con la excelencia práctica que les llevó al éxito en el ámbito privado, con el único objetivo de mejorar la vida de sus conciudadanos.

Pero, de entre todos los puntos citados, ¿cuáles son los que se encuentran representados en tu persona y en tu figura política Pablo? ¿Cuál es tu experiencia en el mundo laboral público o privado? ¿Y en el académico? ¿Seguro que cuando obtuviste plaza de profesor asociado lo hiciste por tus méritos en libre competencia con los demás o, sin embargo, fuiste colocado en virtud a un ideologizado aplique de la red eléctrica? Pablo, seamos sinceros por favor. No es cosa muy recomendable acostumbrarse a hacer trampas jugando al solitario. Esto es lo que sucede cuando personas sin experiencia saborean las mieles del éxito, tras lo cual tienden al autoengaño, a la autocomplacencia y al autocompadecimiento. Todo queda en ellos mismos en una situación ausente de alteridad y llena de antinomias cognitivas que únicamente pueden ser explicadas o definidas por la existencia de ese ente imaginario, que sólo pervive en sus mentes, que habita en las cloacas o del inframundo, que tiene cuernos y rabo; y que además se disfraza con diversos uniformes o que forma parte de organizaciones del llamado “Deep state”.

Iglesias pone fin a su resignado post agradeciendo a sus compañeros de facultad, personal administrativo y especialmente a sus alumnos el acompañamiento y soporte recibido durante el camino recorrido y que ahora llega a su fin cerrando un último capítulo como profesor. Como punto final amenaza con firmeza en que “la frustración que le supone la expulsión del ámbito académico se convierta en motor del entusiasmo para armar proyectos más ambiciosos”. No, por favor Pablo, tómate unas vacaciones y reflexiona en la forma de no verter más discordia, intolerancia, odio a aquellos que piensan diferente y abandona las tesis marxistas-leninistas que te atenazan. Y que fruto de esa profunda reflexión, te des cuenta de que estás en el lado equivocado de la historia (ya de paso se lo cuentas a tu mujer), procedéis al inmediato cierre del partido, y entonces, y sólo entonces, habréis alcanzado a rozar la redención por las nefastas consecuencias que, con vuestra aparición en la escena política,han contribuido a dinamitar la paz social y la convivencia en España.
Tras el comunicado del doctor en X, un largo hilo de comentarios se abre con variopintos de mensajes, unos de apoyo incondicional y alabanzas al amado líder y otros tantos de celebración en virtud a la liberación de un espacio que debe permanecer en comunión con el debate sosegado,la exposición argumentativa, la difusión del conocimiento y la expansión intelectual; que siempre debió ser preservado de la infamia del adoctrinamiento, la esclavitud ideológica y el sectarismo político, al cual, y en especial la facultad de ciencias políticas de la UCM, Iglesias y compañía han sometido.
Tras esta noticia, que de modo anticipado nos ha regalado Pablo Iglesias, no cabo sino celebrar que la Universidad, como centro neural de la sapiencia y la transmisión del conocimiento universal, así como del desarrollo del ser humano, ha sido liberada de uno de sus principales e incipientes tumores malignos y que derivada de su propia existencia, es responsable directo de la enfermedad que, aún de forma sintomática, se manifiesta en nuestra sociedad fruto del adoctrinamiento en tesis decimonónicas, caducas y perversas.
España necesita de manera acuciante decir ADIÓS a elementos subversivos tales; y más días de aseo libertarioque podamos celebrar como el anunciado por el profesor Iglesias en su lacrimógeno post en X.
¡ADIÓS profesor Iglesias!
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