
8 de junio en Madrid: concentración con sabor a vermut y rendición
Por Javier García Isac
Este domingo 8 de junio, a las 12:00 del mediodía, el Partido Popular ha convocado una concentración en la madrileña Plaza de España, en lo que ellos mismos han definido como una jornada de protesta ciudadana contra el sanchismo. Un acto que, de entrada, puede parecer necesario y positivo, pero que, si se analiza con algo más de profundidad, demuestra las enormes carencias de un partido que lleva años rehuyendo el combate frontal contra la maquinaria corrupta y totalitaria del PSOE de Pedro Sánchez.
Vaya por delante nuestro respeto y admiración por todos los ciudadanos de buena voluntad que hoy se darán cita en Madrid. Gente que se moviliza por principios, por dignidad y por amor a España. Españoles hartos del saqueo institucional, del uso del Estado como búnker de impunidad para el entorno de Sánchez, y de un Gobierno que ha corrompido todos los poderes, desde la Fiscalía General hasta los medios de comunicación. Gente valiente que sí merece una alternativa real, no una cita con aperitivo mientras se da oxígeno al régimen que dicen querer combatir.
Pero no podemos dejar de señalar lo evidente: no es creíble denunciar al sanchismo con una mano y sostenerlo con la otra. El pasado viernes, el mismo Partido Popular que hoy nos cita a protestar, se sentaba dócilmente en la Conferencia de Presidentes convocada por Sánchez. Ahí estaban todos sus barones autonómicos —los mismos que gobiernan gracias a los votos de Vox— prestándose a blanquear al ocupante de la Moncloa, como si el problema de España fuera de formas y no de fondo. Se ofrecieron a pactar, a colaborar, a dialogar… mientras las cloacas del Estado siguen funcionando, mientras se persigue a jueces y a la Guardia Civil, y mientras el PSOE maniobra para reformar la Justicia y garantizarse la impunidad judicial a perpetuidad.
¿Dónde está la dignidad del principal partido de la oposición? ¿Dónde está la estrategia política que no sea electoralismo de salón? Porque si de verdad se quiere combatir al sanchismo, no se trata de manifestaciones tibias ni de tomar el vermut en plaza de España. Se trata de abrir todos los frentes posibles, desde el judicial al parlamentario. Se trata de exigir responsabilidades con todas las herramientas del Estado de Derecho. Y sí, también se trata de presentar una moción de censura, aunque no salgan los números. Porque la política, señores del PP, no es solo aritmética. Es también dignidad, valentía y capacidad de liderazgo. Es dar la batalla aunque no esté ganada de antemano.
Cuando Vox presentó su moción de censura, ustedes la ridiculizaron. Cuando Santiago Abascal habló de recuperar las instituciones capturadas por el sanchismo, ustedes se burlaron. Pero ahora que la corrupción ya no se puede tapar ni con las editoriales de El País, ahora que los escándalos de Begoña Gómez, Ábalos, Koldo, Aldama, David Sánchez, Leire Díez y compañía estallan a diario, el PP se limita a convocar una concentración a la que ni siquiera Feijóo parece querer dar excesiva relevancia.
El problema del Partido Popular es que no cree en una España distinta, sino en gestionar esta misma, con los mismos mimbres podridos. Se limitan a esperar que el desgaste de Sánchez les lleve al poder, pero sin cambiar el sistema que ha hecho posible al propio Sánchez. Hablan de regeneración, pero pactan con el PSOE la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Denuncian la manipulación mediática, pero callan ante las subvenciones millonarias que sostienen a los medios de propaganda del Gobierno.
Y mientras tanto, los españoles seguimos huérfanos. Porque no basta con movilizar a la gente, hay que canalizar ese hartazgo hacia algo real y eficaz. Hay que despertar a la nación de su anestesia política. Hay que dejar de buscar el “PSOE bueno” que no existe. El PSOE es una estructura de poder corrompida hasta el tuétano, una mafia institucionalizada que solo puede ser combatida con decisión, no con cálculos ni cobardías.
Hoy muchos españoles se manifestarán. Y harán bien. Pero mañana el PP volverá a tender la mano al PSOE, volverá a mirar hacia otro lado, y volverá a repetir su cantinela de que “los números no dan” para una moción de censura. Lo que no dicen es que lo que no dan son las agallas, ni la voluntad de plantar batalla hasta las últimas consecuencias.
Ojalá hoy sirva para abrir los ojos a muchos. Porque el sanchismo no caerá con protestas de domingo, sino con una oposición sin complejos que entienda que no hay más camino que el enfrentamiento directo, la verdad sin edulcorantes y la movilización nacional por la libertad, la justicia y la dignidad.
Hoy hay que estar en la calle, sí. Pero mañana toca exigir responsabilidades a todos: al PSOE por corrupto y criminal, y al PP por tibio, cómplice y acomplejado.
España no necesita más protestas, necesita una rebelión cívica. Y esa no se organiza desde Génova.
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