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Un grupo de rescatistas con cascos y uniformes oscuros lleva una camilla cubierta con una sábana blanca en un entorno polvoriento.
OPINIÓN

40 años después del atentado del ''El descanso''

"El Descanso", cerca de la base aérea de Torrejón de Ardoz, dejando un saldo brutal de 18 víctimas mortales y 84 heridos

Han pasado cuatro décadas desde aquel fatídico 12 de abril de 1985, cuando una bomba destrozó el restaurante "El Descanso", cerca de la base aérea de Torrejón de Ardoz, dejando un saldo brutal de 18 víctimas mortales y 84 heridos. Fue el primer atentado yihadista en España y sigue siendo el tercero más mortífero de ese sangriento siglo XX en nuestro país. Sin embargo, parece que hemos preferido olvidar, cerrando los ojos ante una amenaza que, lejos de extinguirse, se ha incrementado.

El objetivo eran soldados estadounidenses destinados en la base de Torrejón, pero quienes cayeron fueron inocentes civiles españoles. Entre ellos, la hermana de mi amigo Antonio Álvarez Ossorio, cuya pérdida es una herida abierta, silenciosa y desgarradora que recuerda la crueldad del fanatismo islamista y la vulnerabilidad de nuestra sociedad frente a él.

Hoy, cuarenta años después, España vive sumergida en una irresponsable amnesia. No solo hemos olvidado a las víctimas, sino que hemos abierto nuestras puertas de par en par a una inmigración ilegal descontrolada. Hemos permitido que en nuestras calles y barrios proliferen núcleos simpatizantes de aquella ideología totalitaria, incompatible con los valores occidentales y nuestras raíces cristianas. Hemos aceptado, incluso normalizado, la presencia de una religión que, lejos de integrarse, exige que seamos nosotros quienes renunciemos a nuestra identidad.

Grupo de rescatistas y personal de emergencia trabajando en una zona afectada por un desastre con escombros y edificios dañados.

Los responsables políticos, especialmente los sucesivos gobiernos socialistas, han preferido el silencio cómplice y la corrección política, evitando llamar a las cosas por su nombre. Han condenado a quienes advierten del peligro real, acusándolos de xenofobia o racismo, mientras España se transforma silenciosamente, entregada al multiculturalismo impuesto por unas élites que jamás sufrirán en carne propia sus consecuencias.

En lugar de memoria histórica real, de honor hacia aquellos que murieron injustamente en El Descanso, lo que prevalece hoy es la memoria selectiva de una izquierda irresponsable. Prefieren recordar episodios del pasado que dividen, olvidando intencionadamente tragedias como esta, incómodas para su relato.

A 40 años del atentado, no hemos aprendido nada. Peor aún, hemos empeorado. Las víctimas de "El Descanso", y todas las posteriores víctimas del terrorismo islamista, merecen ser recordadas con dignidad, no ocultadas bajo el manto de la indiferencia o la cobardía institucional. Es nuestro deber resistir ante el olvido, mantener viva la memoria y exigir responsabilidad y firmeza frente a quienes aún hoy desean repetir la barbarie.

El olvido es una traición. La memoria, nuestra última resistencia frente a la barbarie que acecha nuevamente.

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