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Tres carabelas antiguas navegan por el mar con velas blancas decoradas con cruces rojas bajo un cielo despejado
OPINIÓN

12 de octubre: la grandeza de la Hispanidad frente a la anti-España

La Hispanidad es mucho más que una herencia: es una realidad viva

El 12 de octubre no es una fecha cualquiera. Ese día de 1492, la expedición de Cristóbal Colón, bajo pabellón castellano y financiada por la Corona española, alcanzó un nuevo continente. No fue solo el “descubrimiento de América”, fue el inicio de un acontecimiento universal: el encuentro de dos mundos que dio origen a la Hispanidad. España, que acababa de culminar su unidad política y espiritual con la toma de Granada y la expulsión del islam, se proyectaba hacia el otro lado del Atlántico para llevar consigo no solo banderas, sino fe, lengua, derecho y civilización.

Aquel 12 de octubre comenzó una de las mayores gestas de la historia de la humanidad. Mientras otros imperios se dedicaron a saquear, España fundó universidades, levantó ciudades, construyó caminos y catedrales, abrió escuelas y evangelizó a pueblos enteros. La Corona española no fue perfecta —ningún imperio lo ha sido—, pero su misión estuvo marcada por un espíritu de universalidad: integrar, no exterminar. Gracias a esa obra, hoy millones de hombres y mujeres desde California hasta la Patagonia comparten una lengua, una fe y una cultura comunes.

Frente a la caricatura interesada de la “leyenda negra”, la realidad histórica es inapelable. En los dominios de España en América no se impuso un apartheid como en las colonias inglesas. Hubo mestizaje, hubo mezcla cultural, hubo una fusión que dio lugar a la identidad hispanoamericana. Donde llegaron otros europeos solo quedó rapiña y segregación; donde llegó España, quedaron universidades como la de Santo Domingo, México o Lima; hospitales, misiones, artes y literatura. La huella de España no fue la del verdugo, sino la del fundador de naciones.

Y, sin embargo, lo más triste es que esa leyenda negra, fabricada por enemigos de España —ingleses, holandeses y franceses—, ha sido asumida y repetida con entusiasmo por la propia izquierda española. En lugar de reivindicar la obra civilizadora más importante que ha hecho nuestra Patria, prefieren arrodillarse ante los mitos progres de la colonización, pedir perdón en nombre de un país que dio al mundo una civilización y contribuir a la demolición de nuestra memoria histórica. Mientras México o Bolivia queman estatuas de Colón, aquí son alcaldes españoles de izquierdas los que impulsan la retirada de cruces, de placas o de monumentos a los que forjaron la Hispanidad.

La izquierda en España no quiere reconciliarse con su historia. La desprecia, la falsifica y la utiliza como arma política contra la Nación. De ahí surge la propaganda de las “dos Españas”, que en realidad no existen: existe España y existe la anti-España. España es la que unió dos continentes, la que forjó la Hispanidad, la que defendió su unidad frente a invasores y enemigos internos. La anti-España es la que niega todo ello, la que reniega de su pasado y de su legado, la que se alía con separatistas y con quienes odian nuestra cultura.

La Hispanidad es mucho más que una herencia: es una realidad viva. Una comunidad de más de 500 millones de personas que comparten una lengua, una cosmovisión y un acervo espiritual común. El futuro de España no puede entenderse al margen de esa comunidad. Somos parte de una civilización que nos trasciende y que demuestra que el 12 de octubre no es una fecha de luto ni de vergüenza, sino de orgullo y afirmación nacional. Nada de lo que avergonzarse, nada por lo que pedir perdón, y sí mucho que celebrar y reivindicar.

La verdadera batalla hoy no se libra ya en los océanos, como en los tiempos de Felipe II, sino en la cultura, en la educación y en los medios de comunicación. Y aquí la izquierda sigue alimentando la mentira: repiten la propaganda de Bartolomé de las Casas, omiten el mestizaje y los logros, magnifican los abusos y convierten en verdugo al pueblo que llevó la fe y el derecho a medio mundo. Lo hacen porque atacar a la Hispanidad es atacar a España; y sin España, lo único que queda es la nada, el vacío de la anti-España.

El 12 de octubre es, por tanto, una fecha para reafirmarnos. No hay que pedir perdón, no hay que agachar la cabeza, no hay que ceder a las presiones de los que odian lo que representamos. Hay que recordar que España fue protagonista de la primera globalización, que nuestra lengua es hoy la segunda más hablada del planeta, que nuestros misioneros, conquistadores, soldados y gobernantes fueron artífices de una obra que todavía perdura.

Quien reniega de la Hispanidad reniega de España. Y quien ataca el 12 de octubre, no ataca a Colón ni a los Reyes Católicos, ataca a todos nosotros. Por eso, este Día de la Hispanidad debemos recordar, con orgullo y firmeza, que no existen “dos Españas”: existe España y la anti-España. Y nosotros estamos, como siempre, con España.

Javier García Isac

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