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Grupo de soldados escoltando a un grupo de civiles por un camino de tierra en un entorno rural
OPINIÓN

Octubre de 1934: el golpe olvidado del PSOE y de Companys

La opinión de Javier García Isac de hoy, martes 7 de octubre de 2025

En España, la izquierda no solo ha escrito la historia a su conveniencia, sino que la ha manipulado, borrado y falsificado de manera obscena. Un ejemplo sangrante de esa mentira histórica lo encontramos en los sucesos de octubre de 1934, cuando el PSOE, de la mano de Largo Caballero, Indalecio Prieto y el separatismo catalán encabezado por Lluís Companys, se alzó en armas contra un gobierno legítimo, contra las instituciones y contra la voluntad expresada en las urnas por los españoles.

Aquel episodio debería figurar en los manuales escolares como lo que fue: una intentona golpista del PSOE, el partido más criminal y corrupto de la historia de España, que nunca aceptó ni ha aceptado el juego democrático cuando los resultados no le favorecen. Pero en lugar de eso, lo que se nos cuenta es una historia edulcorada, llena de medias verdades, donde los golpistas aparecen como mártires y las víctimas como culpables.

El pretexto de la izquierda: el gobierno de Lerroux

Los hechos son claros. En las elecciones, la derecha obtuvo representación suficiente para gobernar. El presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, encargó formar gobierno a Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical, una formación de centro liberal que contaba con apoyos suficientes. Como en toda democracia parlamentaria, se ofreció la entrada en el Ejecutivo a tres ministros de la CEDA, la derecha católica de Gil Robles, que había sido la fuerza más votada.

Ese gesto, absolutamente normal en cualquier sistema democrático, fue presentado por el PSOE como una amenaza de "fascistización" del país. La excusa perfecta para preparar la insurrección que venían tramando desde meses atrás. No se trataba de una reacción, sino de una conspiración planificada con armas, con apoyo extranjero y con la complicidad del separatismo catalán.

Cataluña: la cobardía separatista de Companys

El 6 de octubre de 1934, el presidente de la Generalidad, Lluís Companys, proclamó el "Estado Catalán dentro de la República Federal Española". La aventura duró menos de 48 horas. La llegada del general Batet y del ejército bastó para que los aguerridos separatistas se desmoronaran. Ni la épica ni el heroísmo que hoy se les atribuye existieron jamás: huyeron por las alcantarillas, se rindieron sin apenas combatir, y el propio Companys fue detenido en su despacho.

Ahí terminó, de manera patética, la intentona en Cataluña. Lo grave vino después: pese a haber sido condenado, Companys fue indultado y repuesto en la presidencia de la Generalidad cuando el Frente Popular ganó fraudulentamente las elecciones de 1936. Y bajo su gobierno, Cataluña se convirtió en un infierno: entre 10.000 y 14.000 catalanes fueron asesinados en una orgía de sangre, checas y paseíllos.

Hoy, sin embargo, Companys es homenajeado como un héroe: tiene avenidas, un estadio olímpico y bustos por toda Cataluña. Las víctimas, como siempre ocurre con la izquierda, han sido condenadas al olvido.

Asturias: la verdadera tragedia

Donde sí triunfó temporalmente la sublevación socialista fue en Asturias. Allí, mineros armados con dinamita y apoyados por dirigentes socialistas y comunistas, proclamaron la revolución. Durante quince días sembraron el terror: iglesias profanadas, sacerdotes fusilados, conventos arrasados, guardias civiles y militares asesinados, pueblos enteros bajo el yugo revolucionario.

El resultado fue pavoroso: alrededor de 1.500 muertos, la mayoría víctimas de la barbarie revolucionaria. La represión posterior fue exagerada por la izquierda hasta la extenuación, y la izquierda la convirtió en mito, hablando de "masacre" para ocultar la responsabilidad de los suyos. Es el mismo mecanismo de manipulación histórica que utilizan hoy: borrar a las víctimas y ensalzar a los verdugos.

Los indultos de ayer y de hoy

Lo más grave de todo es que los culpables del golpe de 1934 fueron amnistiados en 1936, cuando el Frente Popular se hizo con el poder en unas elecciones cuestionadas por fraude y manipulación. No solo salieron libres, sino que fueron rehabilitados y repuestos en sus cargos. Exactamente lo mismo que estamos viviendo en nuestro tiempo.

En 2017, el separatismo catalán volvió a dar un golpe de Estado con el referéndum ilegal del 1 de octubre. No se prohibieron las organizaciones golpistas, como tampoco se hizo en 1934. No se detuvo a los responsables: al contrario, han sido indultados por Pedro Sánchez y hoy son socios fundamentales del Gobierno de España. Junts y ERC dictan la política nacional como antaño lo hicieron los socialistas insurrectos y sus socios separatistas.

La historia se repite porque el PSOE, ayer y hoy, no cree en la democracia ni en la unidad de España. Cree solo en el poder y en la impunidad de sus crímenes.

El PSOE: continuidad de un partido criminal

El PSOE de 1934 no era distinto al de hoy. Era un partido que se levantaba contra los resultados de las urnas, que organizaba huelgas insurreccionales, que justificaba la violencia, que asesinaba a sacerdotes y que pactaba con separatistas para destruir España, un PSOE que como el de hoy, miente y persigue la disidencia política.

Sus líderes, como Largo Caballero o Indalecio Prieto, no fueron hombres de Estado, sino pistoleros, golpistas y conspiradores. Y hoy siguen siendo homenajeados por el PSOE como "padres del socialismo español".

Lo mismo sucede ahora: el PSOE de Pedro Sánchez es heredero directo de aquel PSOE criminal. Indulta a golpistas, protege a corruptos, pacta con terroristas y coloca a España al borde de la disolución.

Memoria frente a mentira

La mal llamada Revolución de Octubre de 1934 debería ser recordada como lo que fue: un golpe de Estado socialista y separatista contra la legalidad. Costó más de 1.500 muertos, miles de heridos y un precedente terrible que condujo directamente a la Guerra Civil.

Hoy, casi un siglo después, vemos cómo el PSOE sigue sin pedir perdón, cómo reivindica a sus pistoleros, cómo protege a los golpistas de ayer y de hoy, y cómo ha hecho de la mentira y la corrupción su seña de identidad.

La historia nos enseña una lección clara: cada vez que el PSOE llega al poder, España se tambalea. Y si no se pone freno a su deriva criminal, el precio lo volveremos a pagar todos los españoles.

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