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Primer plano de Alberto de Mónaco sonriendo con un edificio elegante de fondo y un megáfono amarillo dibujado frente a la entrada
CORAZÓN

El principado de Mónaco, sin aliento: el príncipe Alberto ha confesado a última hora

Una declaración inesperada del soberano enciende rumores y deja al Principado envuelto en el más tenso silencio

No todo lo que brilla en Mónaco es tal cual como se ve. A pesar del lujo, los vestidos de gala y los motores rugiendo en la Riviera, el Principado atraviesa una de sus etapas más inestables. El Principado y Alberto están en el centro de esa tensión, pero esta vez por un hecho que involucra el prestigio de Mónaco.

Su familia más cercana, incluida Charlene, sus hermanas y sus sobrinas, lo arropó durante un acto especialmente simbólico. Y fue en ese momento, en el cual Alberto habló desde lo más profundo. Con un gesto solemne, el príncipe intentó calmar los titulares con una confesión.

Un grupo de personas elegantemente vestidas se reúne alrededor de un atril en un evento al aire libre, con un hombre mayor de traje y corbata hablando mientras niños y adultos lo acompañan

Alberto: un príncipe firme que se confiesa con sus ciudadanos

La confesión llega justo cuando Mónaco ha sido incluido en la lista de territorios con alto riesgo de blanqueo de capitales. La Comisión Europea lo hizo oficial en junio, lanzando un golpe duro a su imagen. Y en un país que vive de la confidencialidad financiera, la grieta no es menor.

Fue en el marco de la celebración de su aniversario número 20 en el trono. Las palabras de Alberto fueron una confesión que intenta quitar las manchas del Principado. Aunque, diga lo que diga, Mónaco se mantiene en la lista negra de la Comisión Europea.

“Todo lo que he hecho, ya sea en la escena internacional, en la soledad de mi oficina o en los mares lejanos...".  "Lo he hecho por vosotros”, el momento fue solemne y el mensaje fue muy directo. No obstante, en lugar de apaciguar las dudas, encendió aún más los interrogantes sobre el verdadero destinatario de ese mensaje.

Dinero, escándalo y cuentas que no cuadran

Durante décadas, las cuentas opacas formaron parte del sistema. Pero ahora, con la presión internacional, ese telón empieza a correrse. La promesa de transparencia de Alberto al asumir el trono se diluye entre informes sin aclarar y fondos imposibles de rastrear.

Todo se complicó en el momento que Alberto despidió a Claude Palmero en el 2023. El exgestor de la fortuna de los Grimaldi, no se fue tranquilo, se marchó dejando detrás unos polémicos cuadernos personales. Documentos que, ahora, forman parte del proceso judicial en el que se han visto envueltos, el contable y el príncipe.

Una mujer con vestido azul largo y un hombre con esmoquin blanco y pajarita roja posan juntos sobre una alfombra roja

En los cuadernos, Palmero, detalló con precisión los gastos, decisiones y secretos de palacio, respecto a dinero y bienes. Y el caso se ha convertido en un escándalo de estado, puesto que salieron a la luz, secretos que estaban muy bien guardados. Con esto, la desconfianza crece, incluso entre los propios monegascos.

A lo anterior, se agregó la abrupta renuncia de Philippe Mettoux como primer ministro antes de asumir, argumento hablando de “fuerzas negativas” en el Palacio. En Mónaco, no hace falta dar nombres cuando se menciona el poder. Todos entienden, claramente, a quién apunta cada gesto.

Una familia elegantemente vestida posa junta frente a una escultura de hielo en un entorno al aire libre

Los veinte años de Alberto en el trono: opacados por escándalos

Alberto ha cumplido dos décadas en el trono con logros notables. Su implicación en causas ambientales y foros internacionales ha sido constante. Sin embargo, con este escándalo, pareciera que lo que promueve dista mucho de sus acciones.

Sus problemas personales tampoco han desaparecido. Con dos hijos fuera del matrimonio, una esposa ausente y una figura pública más fría que cercana, el príncipe no lo tiene fácil. Y el peso de su apellido no basta para apagar las dudas.

En un lugar donde todo parece ordenado, el desorden empieza a asomar. Y en medio de ese equilibrio frágil, la confesión de Alberto se convierte en el reflejo de una monarquía que ya no puede esconderlo todo.

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