
Harry y Guillermo no lo sabían: lo que Lady Di no pudo hacer el día que falleció
Lo que ocurrió ese día dejó una huella profunda y cambió la historia de quienes estaban más cerca de ella
Hay situaciones cotidianas que, con el pasar del tiempo, adquieren un valor emocional inesperado. Sin lugar a dudas, mucho de lo que Lady Di tenía planificado para esa noche mortal y los días siguientes, quedaron en el aire. A medida que ha avanzado el tiempo, se han ido conociendo más detalles sobre lo que rodeaba a la princesa por esos días.
Guillermo y Harry, se han enterado de informaciones que producen mucho dolor. Algunas tienen más peso que otras, pero en la ausencia, todas se sienten de la misma forma. Instantes sencillos pueden terminar marcando para siempre a quienes los viven.

Guillermo y Harry se enteran de lo desconocido
La noche de agosto de 1997 fue la última cena que Darren McGrady cocinó para Lady Di. El chef, que trabajó en Buckingham Palace y luego al servicio exclusivo de la princesa Diana, compartió en una entrevista lo que vivió esa noche. Una experiencia dolorosa que lo acompañó desde entonces.
Aquella noche en París, mientras los flashes perseguían a Diana y Dodi Al Fayed, McGrady esperaba en la residencia con la cena ya lista. “Tenía la comida preparada, estaba esperando a que regresara”, recordó con angustia. Pero la princesa nunca volvió.
McGrady se enteró de la tragedia en plena madrugada. El coche en el que viajaban Diana y Dodi Al Fayet se estrelló en el túnel del Pont de l’Alma. El romance que acaparaba titulares se apagó en cuestión de segundos, dejando una herida profunda en el corazón de millones.
Lo que más impacta del relato del chef no es solo la pérdida. Es ese detalle doméstico, cotidiano: la comida preparada con una intención y una comida servida que jamás fue probada. Una escena que resume la crudeza de una muerte inesperada.

Una relación marcada por la cercanía
Diana había contratado a McGrady tras su separación de Carlos, en 1992. Admiraba su talento en la cocina desde los años en Buckingham, donde él sirvió durante 15 años. Cuando le ofreció acompañarla como chef personal, él no lo dudó.
Con su traslado, McGrady dejó atrás el rígido ambiente palaciego. Ya no tendría que lidiar con exigencias como pelar zanahorias para los caballos de la reina Isabel II. Tampoco prepararía más cenas gourmet para los corgis reales.
El paso a trabajar con Diana fue, según él, un alivio. Había complicidad y aprecio. Por eso, su testimonio no solo habla del dolor profesional, sino de la pérdida personal que significó la muerte de la princesa.
En sus palabras, se percibe un afecto auténtico hacia la princesa del pueblo. Esta es una información que toca profundamente a los hijos de Lady Di. Ni Harry ni Guillermo sabían que su madre esperaba volver a cenar y que esa comida estaba lista, esperando.
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