
Confirmado: esta es la sorprendente petición que hizo el Papa Francisco antes de morir
El féretro del Pontífice ya está expuesto en la Basílica de San Pedro, donde los fieles pueden darle su último adiós
El Papa Francisco ha dejado más que claro que ha sido un hombre de principios. Salirse de lo habitual ha sido su máxima y hasta después de muerto, así seguirá. Poco a poco van saliendo a la luz detalles de las decisiones que el mismo Pontífice tomó antes de fallecer.
En un gesto de humildad y coherencia con su estilo de vida austero, el Papa Francisco ha solicitado expresamente no ser embalsamado tras su fallecimiento. De esta forma, se une a una tradición reciente entre los pontífices modernos. En su lugar, su cuerpo ha sido sometido a un tratamiento de tanatopraxia, una técnica que permite conservar los restos en condiciones aceptables.

El cuerpo del pontífice estará expuesto hasta el viernes por la noche en la Basílica de San Pedro, donde se espera una masiva afluencia de creyentes que deseen rendirle homenaje. La tanatopraxia, menos invasiva y más discreta que el embalsamamiento, responde al deseo de mantener la sobriedad incluso después de la muerte. Francisco no es el primero en tomar esta decisión.
No es el único que ha decidido no embalsamarse
Sus predecesores, Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I y Pablo VI, también optaron por no ser embalsamados. Todo ello, en línea con una visión más natural del proceso de la muerte. Esta tendencia marca un alejamiento de prácticas pasadas, cuando preservar el cuerpo del papa era considerado casi una obligación ceremonial.
Una excepción notable fue el Papa Juan XXIII, cuyo cuerpo fue embalsamado con tal éxito que, al ser exhumado en 2001, se encontraba en un estado sorprendentemente intacto. Su cuerpo se exhibe actualmente en la Basílica de San Pedro. Sin embargo, no todos los intentos de conservación han sido tan exitosos.

El caso del Papa Pío XII es recordado por el desastroso resultado de un método experimental de conservación. Aunque él también había solicitado no ser embalsamado, se empleó una técnica alternativa que falló rotundamente. Y es que el cuerpo comenzó a hincharse por los gases propios del proceso de descomposición, generando un olor insoportable.
Una situación complicada en casos anteriores
Ante esta situación, se cerró el ataúd de manera apresurada. Con el aumento del calor, la presión interna provocó que el tórax del pontífice explotara, acelerando la descomposición visible de su rostro y cuerpo. La decisión de Francisco no solo se alinea con su imagen de sencillez, sino que también parece responder al deseo de desmitificar la figura papal.
Todo ello recordando que incluso el enviado de Cristo en la Tierra es, al final, solo un hombre. Con este gesto final, el Papa Francisco reafirma su mensaje de humildad hasta el último momento. Nuevamente, un hombre de principios.
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