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Alberto de Mónaco y Carolina de Mónaco posan para una foto, una de ellas lleva gafas y bufanda morada, mientras que la otra tiene una expresión sonriente.
CORAZÓN

Carolina de Mónaco habla con su hermano Alberto sobre los dos hijos ilegítimos

Carolina de Mónaco vuelve a dejar claro, con firmeza, cuáles son las tradiciones y límites dentro de la familia real

La realeza tiene normas no escritas que se aprenden observando gestos, no escuchando discursos. Dentro de los muros del Palacio de Mónaco, los silencios son tan valiosos como las declaraciones. Y hay gestos que hablan más alto que cualquier palabra.

En Mónaco, la imagen lo es todo, sobre todo para Carolina, que ha intentado, siempre, mantener las tradiciones reales. Cada aparición, cada ausencia, cada saludo medido encierra una intención. En ese entorno tan rígido, lo que no se muestra también comunica poderosamente.

Un grupo de personas elegantemente vestidas posando en un evento con un fondo que dice

Una ausencia que nadie puede ignorar

Jazmin Grace Grimaldi y Alexandre Grimaldi-Coste llevan años en el ojo público. Ambos son hijos reconocidos por el príncipe Alberto de Mónaco, pero nacidos fuera del matrimonio. Esa circunstancia los deja fuera de la línea sucesoria.

Carolina de Mónaco nunca ha compartido con ellos eventos públicos ni familiares. Su ausencia en fotos, actos o celebraciones es constante y eso no ha pasado desapercibido para nadie. La prensa internacional ha señalado esta distancia con insistencia, pero Carolina nunca se ha pronunciado al respecto; su postura se sostiene sin necesidad de palabras.

Carolina de Mónaco con aretes posa frente a una imagen de fondo que muestra a una familia vestida formalmente frente a un árbol de Navidad decorado.

Una historia marcada por principios inquebrantables

Tras la muerte de su esposo Stefano Casiraghi en 1990, Carolina luchó por la legitimidad de sus hijos. En 1993, logró que fueran reconocidos por la Iglesia gracias al papa Juan Pablo II. Para ella, ese logro fue personal y simbólico, Alberto no tenía hijos legítimos, por lo que sus hijos se sucedían en el camino al trono.

Desde entonces, el concepto de “legitimidad” ha guiado muchas de sus decisiones familiares. Para Carolina no son solo formalidades que se deben cumplir, sino que son los principios que marcan la tradición real de Mónaco. Para Carolina, el estatus de sus sobrinos no es solo un asunto jurídico, representa una diferencia profunda que prefiere no disimular.

Alberto de Mónaco y dos personas sentadas en un sofá alrededor de una mesa con botellas y copas, sonriendo y abrazándose en un ambiente interior elegante.

La familia, las formas y las distancias

Alberto ha intentado dar visibilidad a sus hijos mayores. Jazmin incluso ha asistido a eventos como los premios Princesa Grace en Nueva York. Pero Carolina no ha estado nunca a su lado; Charlene de Mónaco tampoco ha construido vínculo alguno con ellos.

La falta de encuentros públicos confirma que hay una línea clara entre ambos mundos y nadie dentro del palacio parece dispuesto a cruzarla. En la familia Grimaldi, no basta con llevar el apellido para tener un sitio. Carolina lo deja muy claro, aunque no lo diga con palabras públicas, su postura es firme: Jazmin y Alexandre no forman parte de su círculo. 

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