
El Vía Crucis viviente de Torrealta: una tradición única que ilumina Murcia desde 1998
Un Espectáculo de Fe y Tradición en Molina de Segura que no te puedes perder
En la pedanía de Torrealta, perteneciente a Molina de Segura (Murcia), la Semana Santa cobra un significado especial gracias a una representación que se ha convertido en un referente de devoción y cultura: el Vía Crucis Viviente.
Organizado por la Asociación Cultural La Cruz de Torrealta, este evento, que se celebra cada Miércoles Santo desde 1998, transforma las calles del pueblo en un escenario vivo que recrea la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, atrayendo a cientos de visitantes que buscan una experiencia espiritual única.

La jornada comienza a las once de la noche en la Plaza de la Iglesia, donde una entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, montado en un borrico y acompañado por vecinos vestidos de época, da inicio a la representación. Antorcheros y niños portando palmas y ramas de olivo llenan el ambiente de cánticos y fervor, recreando el pasaje bíblico con gran realismo.
Las primeras estaciones, como la Última Cena o el Juicio ante Poncio Pilatos, se escenifican en la plaza, mientras que las siguientes, incluyendo las caídas de Jesús y el encuentro con la Verónica, recorren las calles iluminadas por velas que los asistentes reciben de la organización.
Lo que distingue a este Vía Crucis es su capacidad para conectar la tradición con la actualidad. Una narradora guía cada estación, enriqueciendo la experiencia con reflexiones sobre problemas contemporáneos como el desempleo, los conflictos bélicos o las adicciones.

Además, Torrealta añade una decimoquinta estación: la Resurrección, un momento culminante que subraya la esencia del cristianismo y que se representa en un altozano del pueblo, dotando al evento de un mensaje de esperanza.
El sábado de Pasión, el pregón marca otro hito, con figuras destacadas como Alfonso Merlos, pregonero de este año, quien ya había participado en actos similares en la región. Este Vía Crucis no solo es un acto de fe, sino también un testimonio de comunidad, arte y compromiso social que sigue resonando en el corazón de Murcia tras más de dos décadas.
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