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Cartel promocional de EDA TV para la etapa 3 del Camino Lebaniego, de 13,7 km, desde Cabañes hasta Santo Toribio, con Rafael Escalona y Juan Pulido.
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Recorriendo el increíble Camino Lebaniego - Etapa 3

El Camino Lebaniego es una ruta que no solo enriquece espiritualmente también deleita los sentidos con su belleza

Tras una noche de lluvia constante a los pies de los Picos de Europa, amanecimos en Cabañes. Desde allí emprendimos el peregrinaje por la senda del Camino Lebaniego hacia el Monasterio de Santo Toribio.

Donde culminamos nuestro andar iniciado unos días atrás en San Vicente de la Barquera. En esta etapa, el Mar Cantábrico nos escoltó hasta que nos adentramos en la Cantabria profunda.

Recorriendo el increíble Camino Lebaniego. Etapa 3

La tercera etapa del Camino Lebaniego, que va desde Cabañes hasta Santo Toribio de Liébana, es sencilla aunque implica recorrer unos kilómetros adicionales. Salimos sobre las 7 de la mañana y, para salir de Cabañes, hay dos opciones. Seguir la carretera que desciende directamente hasta Pendes o atravesar un pequeño bosque antes de subir hasta Pendes.

Ambos caminos están señalizados con las indicaciones del Camino Lebaniego, así que depende de vosotros cómo lo hagáis. La carretera tiene menos desnivel positivo, lo cual puede ser una ventaja si estáis ya muy cansados de las etapas anteriores.

Paisaje montañoso con nubes bajas y árboles en primer plano.

Recorrido desde Cabañes hasta Potes

Desde Pendes, descendemos directamente a Tama por una pista con bastante pendiente, que puede ser resbaladiza si ha llovido. Al llegar a Tama, tomamos la carretera general para llegar a Potes y después subir hasta Santo Toribio de Liébana. La última subida, aunque por carretera, son 2 km con una pendiente pronunciada.

En total, tardamos unas 3 horas y 30 minutos en recorrer 14 km con 340 metros de desnivel acumulado. Es una ruta sencilla, con una fuerte bajada al principio y los últimos kilómetros por carretera.

Paradas y Atractivos en el Camino Lebaniego

Si decidimos pernoctar en Cabañes, podemos dirigirnos hacia el habario y Pendes, donde podemos degustar y comprar los típicos quesucos de Liébana. Dejando Pendes atrás, descendemos hasta la ermita de San Francisco, que nos conduce a Tama.

En Tama, destaca su iglesia con restos románicos. Además, merece la pena retroceder 1.500 metros para visitar el Centro de Interpretación de los Picos de Europa. Al volver hacia Potes, podemos evitar la carretera tomando el camino de Campañana, un paseo paralelo que termina en el centro de la villa, conocida por su arquitectura.

Potes y el Monasterio de Santo Toribio

El albergue de Potes está gestionado por el Centro de Estudios Lebaniegos, ubicado en la antigua iglesia gótica de San Vicente. Desde allí, se puede ver la impresionante Torre del Infantado, el edificio más simbólico de Potes y uno de los más destacados de Cantabria.

Esta torre, una casa-torre del siglo XV, perteneció a Orejón de la Lama y, posteriormente, al marqués de Santillana y duque del Infantado. Cumplía funciones militares y preside el casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico.

Es un buen punto de partida para visitar otros lugares de interés, como los puentes. Las casas blasonadas y el empedrado romano del casco antiguo, zona de vinos, tapas y numerosos restaurantes que ofrecen el plato típico, el cocido lebaniego.

Desde Potes, partimos hacia el Monasterio de Santo Toribio (4.2 km) para venerar el Lignum Crucis. El monasterio, de los siglos XIII y XVIII, de estilo gótico clásico y barroco, alberga la Puerta del Perdón, del siglo XV, que el Vaticano abre cada año Santo Lebaniego.

Este se celebra cada vez que el 16 de abril cae en domingo. En honor al monje Santo Toribio, conocido por traer el Lignum Crucis a Liébana, la reliquia más grande de la cruz de Cristo.

El monasterio ofrece visitas guiadas todos los días en verano. En Santo Toribio, final del Camino Lebaniego, hay un albergue para grupos de peregrinos. Es el punto de inicio hacia la ruta Vadiniense que lleva al Camino Francés hacia Santiago de Compostela.

Vista de un claustro con arcos y una torre en el fondo.

La Reliquia del Lignum Crucis

En el baldaquino situado en el centro de la capilla del monasterio, se venera el Lignum Crucis. Esta reliquia, traída al monasterio alrededor del siglo VIII para protegerla del avance árabe en la península, fue llevada desde Astorga por Santo Toribio, primer obispo de Astorga.

El Lignum Crucis corresponde al "brazo izquierdo de la Santa Cruz", según el cronista de la orden benedictina, el P. Sandoval. La reliquia, incrustada en un relicario de plata dorada de estilo gótico. Mide 63 cm en su palo vertical y 39 cm en su travesaño, siendo la reliquia más grande conservada de la Cruz de Cristo. Pruebas científicas realizadas en 1958 verificaron que la madera del Santo Leño es un Cupressus Sempervirens L.. Una variedad de ciprés autóctona de Palestina, con una antigüedad superior a los 2.000 años.

Gastronomía del Camino Lebaniego

El Camino Lebaniego no solo ofrece una experiencia espiritual y cultural, sino también una rica tradición gastronómica. Desde el inicio en San Vicente de la Barquera, se pueden degustar platos como el sorropotún, un guiso de bonito con verduras. En Unquera y San Vicente, las corbatas son un dulce típico de hojaldre con glaseado y almendras.

Otro plato destacado es el cocido montañés, un guiso de alubias blancas y berza con compango. La carne de vaca tudanca, autóctona de Cantabria. Es famosa por su intensidad y aroma, siendo el solomillo de tudanca al queso Tresviso una deliciosa combinación.

Ya en la comarca de Liébana, el plato estrella es el cocido lebaniego, a base de garbanzo Pedrosillano. Este plato se sirve en un orden específico.

Un plato de carne asada acompañado de papas fritas, pimientos verdes y trozos de tocino.

Primero una sopa de cocido con fideos, seguida de los garbanzos con berza y rehogada con ajo y pimentón. El relleno a base de miga de pan, huevo, chorizo y perejil, y finalmente el "matacío" del cerdo en todas sus versiones.

El Camino Lebaniego es una ruta que no solo enriquece espiritualmente, sino que también deleita los sentidos con su belleza natural y su rica gastronomía, ofreciendo una experiencia única e inolvidable.

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