
Queda libre el marroquí que prendió fuego a una menor en Canarias
Los vecinos temen salir a la calle tras el ataque que dejó a la menor al borde de la muerte
Un inmigrante marroquí, identificado como Abarrafia, fue detenido tras quemar a una menor tutelada por el Gobierno regional. La joven de 17 años sufrió quemaduras en el 95% de su cuerpo después de ser rociada con material combustible.
Pese a la gravedad de los hechos, el juez ha decretado la libertad provisional del acusado. Mientras tanto, la víctima lucha por su vida en condiciones críticas.
El detenido había llegado a Canarias en patera y tenía sobre sí una orden de deportación. Sin embargo, como ocurre tantas veces, las leyes blandas y el exceso de permisividad le permitieron seguir en la isla. El desenlace muestra una vez más el fracaso de la política migratoria.

Los vecinos de La Isleta ya habían advertido del peligro que suponía el centro Canarias 50. Allí se alojan inmigrantes ilegales que protagonizan cada vez más conflictos y delitos. La inseguridad se ha convertido en una sombra permanente en el barrio.
Antes era un lugar tranquilo, con las puertas abiertas y la confianza entre vecinos. Ahora, la situación es muy diferente: los padres no dejan solos a sus hijos ni en los columpios. Las jóvenes evitan salir de noche por miedo a lo que pueda ocurrir.
El barrio denuncia que la delincuencia ligada a los inmigrantes va en aumento. Robos, peleas y problemas relacionados con drogas son ya parte del día a día. El Gobierno regional, sin embargo, mira hacia otro lado y prefiere silenciar a los afectados.
La agresión a esta menor no es un hecho aislado, sino el reflejo de un problema mayor. Las políticas de puertas abiertas han traído consecuencias que ya no pueden ocultarse. Canarias, frontera sur de Europa, sufre un colapso que las élites políticas ignoran deliberadamente.
La sociedad exige seguridad, respeto y justicia para las víctimas. Los vecinos no quieren convivir con quienes solo vienen a delinquir, y cada vez son más los que piden medidas firmes y contundentes.
La paciencia de los canarios se agota y el abandono oficial ya no se puede disimular. La voz del pueblo se hace más fuerte y exige cambios reales para proteger su tierra y a sus familias.
Las políticas izquierdistas y feministas han demostrado ser un fracaso absoluto. Lejos de proteger a las víctimas, han agravado estas situaciones, dejando en la impunidad a los agresores y abandonando a los barrios. Su única respuesta es pintar bancos de morado mientras los canarios viven con miedo en sus propias calles.
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