Por qué te engañan con el tomate frito de bote del súper: esto es lo que debes saber
La industria alimentaria emplea tácticas engañosas para influir en las decisiones de compra
Las marcas de tomate frito en los supermercados han sido populares durante años, ofreciendo una variedad de opciones. Sin embargo, la diferencia entre una salsa de tomate industrial y una casera puede ser significativa en muchos aspectos.
Principalmente, la distinción radica en los ingredientes utilizados y el proceso de fabricación. El tomate frito de marca a menudo contiene ingredientes como almidón modificado de maíz y azúcar, que se añaden para mejorar la textura y prolongar la vida útil del producto. Estos aditivos pueden ser motivo de preocupación, especialmente el azúcar añadido, cuya ingesta la OMS recomienda limitar.
Aunque la legislación actual no exige que se distinga entre azúcares añadidos y naturalmente presentes en la etiqueta nutricional, es esencial revisar la lista de ingredientes para evaluar su contenido de azúcar. Sin embargo, las marcas a menudo utilizan términos como "casero", "natural" o "artesano" en sus etiquetas, que carecen de significado legal y pueden desviar la atención del consumidor.
Por otro lado, una salsa de tomate casera ofrece la ventaja de permitir un control total sobre los ingredientes utilizados. Además, el tipo de aceite empleado marca una gran diferencia en la calidad nutricional del producto final. Mientras que las marcas industriales suelen utilizar aceites refinados, una opción más saludable es emplear aceite de oliva virgen extra.
En última instancia, la mejor opción para un tomate frito saludable es elaborarlo en casa con ingredientes frescos y de calidad. Aunque hay opciones en el mercado que pueden ser saludables, la verdadera garantía está en leer detenidamente la lista de ingredientes. Al final del día, nada se compara con el sabor y la autenticidad del tomate frito hecho en casa por nuestras abuelas.
Los trucos que usan para engañarte
La industria alimentaria ha perfeccionado sus estrategias para llamar la atención del consumidor en el supermercado, adaptándose a las tendencias y modas del momento. Desde el uso de términos como "0%", "sin" o "con", hasta el empleo de declaraciones nutricionales engañosas, los trucos son variados y diseñados para influir en nuestra percepción de los productos.
Uno de los engaños más comunes es el del "tomate frito", que en realidad es una mezcla de tomate triturado, cebolla y ajo, sin someterse a un proceso de fritura, como su nombre sugiere. Las marcas aprovechan términos como "casero" o "de la abuela" para evocar recuerdos nostálgicos y promover sus productos, aunque estos contengan ingredientes adicionales como azúcar y almidón modificado de maíz.
Los envases suelen destacar el "0%" en materia grasa o azúcares para atraer a los consumidores preocupados por su salud, pero es importante leer detenidamente la lista de ingredientes para evitar sorpresas. Además, las declaraciones nutricionales pueden ser engañosas, ya que a menudo atribuyen propiedades beneficiosas a los productos sin una base científica sólida.
El uso de sinónimos para ocultar el azúcar y la inclusión de ingredientes en cantidades mínimas son prácticas habituales en la industria alimentaria. Además, los eslóganes y etiquetas como "integral", "natural" o "artesano" pueden inducir a error, ya que no están regulados y no garantizan la calidad del producto.
En última instancia, los consumidores deben ser conscientes de estos trucos y aprender a leer las etiquetas de los productos con atención. El conocimiento y la educación alimentaria son herramientas clave para tomar decisiones informadas y saludables en el supermercado.
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