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Una mujer de cabello rubio recogido aparece en primer plano con expresión seria, al fondo se observa un hemiciclo parlamentario con varias personas y un recuadro con información biográfica y profesional sobre Montse Mínguez García.
POLÍTICA

La ridícula excusa del PSOE tras inflar el currículum de Montse Mínguez

La socialista se suma a la larga lista de dirigentes del PSOE con currículums inflados y títulos que nunca obtuvieron

La portavoz socialista en el Congreso, Montse Mínguez, vuelve a poner a su partido en el punto de mira. Su currículum oficial  presumía de una licenciatura en Administración y Dirección de Empresas terminada en 1995.

De ser cierto, Mínguez habría completado la carrera con apenas 18 años. Sin embargo, el PSOE alega ahora que todo es  “una errata”  en la página web del partido. Según Ferraz, la fecha real es 1999.

Este supuesto fallo ha permanecido colgado durante años sin que nadie lo detectara. Ni el equipo de comunicación ni el propio gabinete de Mínguez movieron un dedo para corregirlo.

El error se mantuvo incluso después de numerosos casos de falsos currículums que han salpicado a las filas socialistas. Ni la oleada de escándalos previos sirvió para que alguien revisara la información.

Una cadena de engaños académicos

Lo de Mínguez no es un hecho aislado. La lista de dirigentes socialistas con títulos inexistentes o estudios inflados parece no tener fin.

Mujer de cabello rubio rizado hablando en un podio dentro de un recinto parlamentario

Gómez de Celis protagonizó un caso idéntico, con discrepancias en las fechas de su titulación. Patxi López se presentó como licenciado en Ingeniería Industrial cuando nunca terminó la carrera.

Pilar Bernabé, delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, dijo tener dos licenciaturas. En realidad, no completó ninguna. Tras ser descubierta, corrigió su currículum para decir que “inició estudios”.

El actual ministro de Transportes, Óscar Puente, infló su formación con un supuesto máster que era solo un curso interno de la Fundación Jaime Vera.

Falsedades en la cúpula

José Blanco, exministro de Fomento, presumió de ser abogado sin acabar Derecho. Cristina Narbona, presidenta del PSOE, se atribuyó durante décadas un doctorado inexistente.

Estos datos se mantuvieron en perfiles oficiales y biografías públicas durante años, sin que el partido actuara.

Carmen Montón, exministra de Sanidad, renunció tras descubrirse que su máster estaba plagiado y que aprobó asignaturas sin cursarlas. Su trabajo final tenía un 58% de contenido copiado.

A pesar de la dimisión, Pedro Sánchez la premió con un cargo diplomático como embajadora observadora ante la OEA. Un gesto que envió el mensaje de que en el PSOE los escándalos académicos no siempre penalizan.

En Extremadura, el delegado del Gobierno José Luis Quintana y el secretario general del PSOE en Badajoz, Manuel Borrego, dieron un paso más.

Borrego firmó documentos oficiales como alcalde asegurando ser ingeniero químico, algo falso. Quintana presumió de una diplomatura que no era más que un curso privado de 1.500 euros.

Ese curso incluso le sirvió a Quintana para impartir clases en la Universidad de Extremadura. Un abuso que evidencia la falta de control sobre los méritos académicos de quienes ostentan poder.

En cualquier otro ámbito, falsear credenciales podría acarrear graves consecuencias. En política, en cambio, parece convertirse en una anécdota.

Un patrón que erosiona la credibilidad

El caso de Montse Mínguez, por sí solo, podría justificarse como un error. Pero cuando se coloca junto a la larga lista de precedentes, la “errata” pierde credibilidad.

Perfil profesional de Montse Mínguez García, portavoz del CEF PSOE, con información sobre su trayectoria política, formación académica y experiencia laboral en el sector público y la docencia universitaria

El PSOE acumula demasiados ejemplos de dirigentes que adornan su historial académico para impresionar a los votantes y escalar puestos.

El partido no ha establecido controles claros para evitar que estos “errores” se repitan. La corrección siempre llega tarde, y casi siempre forzada por la prensa.

La acumulación de casos sugiere que inflar currículums es, como mínimo, una práctica tolerada. La transparencia brilla por su ausencia y la rendición de cuentas es prácticamente nula.

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