¿Pedro Sánchez quiere deshacerse de Yolanda Díaz?
Díaz no parece tener ni el interés ni la fuerza para detener la descomposición de su proyecto político
La política, como bien dicen, es un campo de batalla donde los aliados pueden convertirse rápidamente en rivales. Este parece ser el caso de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Una relación que ha pasado de ser una alianza estratégica a un escenario de rivalidades y maniobras sutiles.
La reciente promoción de Ernest Urtasun dentro del Gobierno ha dejado a muchos preguntándose si el presidente Sánchez ha decidido comenzar el proceso de “enterrar” políticamente a Díaz.
Urtasun, ¿una amenaza para Díaz?
Con la llegada de Ernest Urtasun, ministro de Cultura, a la primera línea del Gobierno, no son pocos los que ven en este movimiento una estrategia para relegar a Díaz. Urtasun, un perfil tecnócrata y moderado, ha ganado notoriedad en las últimas semanas con iniciativas clave, como el plan de "acción por la democracia". Un proyecto que bien podría haber presentado Díaz pero no, fue Urtasun quien se llevó el protagonismo.
El hecho de que el titular de Cultura, una cartera normalmente de menor peso político, haya superado a la vicepresidenta segunda en visibilidad. Dice mucho sobre la dirección que podría estar tomando Moncloa.
Es curioso que Díaz, quien en el pasado reciente acaparaba la atención mediática y política, ahora parece haber perdido ese brillo. El Congreso, donde antes la seguía una multitud de periodistas, ahora la ve caminar casi en soledad. Una caída en desgracia que parece haber sido acelerada por su propio distanciamiento del partido que creó, Sumar.
Yolanda Díaz, de estrella a satélite
No hace mucho, Yolanda Díaz era la gran esperanza de la izquierda. Impulsada por Pedro Sánchez y el aparato mediático, se la veía como la figura capaz de unificar un espacio político fragmentado.
Pero las últimas elecciones gallegas, vascas y catalanas, junto con las europeas, no fueron amables con Sumar, y desde entonces la situación de Díaz dentro del Gobierno se ha deteriorado. Tres de los partidos que componían su coalición Compromís, Més y Chunta ya han abandonado el barco. La fractura es evidente, y Díaz no parece tener ni el interés ni la fuerza para detener la descomposición de su proyecto político.
En sus recientes declaraciones, la ministra ha dejado claro que ya no se ve como la arquitecta de un espacio político eficiente. "No me compete", fue su respuesta cuando se le preguntó sobre cómo reconfigurar la izquierda progresista para los próximos ciclos electorales. Este desapego, aunque puede ser estratégico, ha sido percibido por muchos como una renuncia tácita a liderar cualquier esfuerzo real de unificación.
Sin embargo, Díaz no ha perdido el gusto por lanzar indirectas. En una entrevista reciente, hizo hincapié en que "el miedo no moviliza", en referencia a las tácticas de Podemos y sus antiguos líderes, Pablo Iglesias e Irene Montero. No es ningún secreto que Díaz y Podemos han tenido roces, y su distanciamiento sigue.
La incómoda verdad: El personalismo de Díaz
La falta de sintonía con los partidos territoriales y su insistencia en liderar Sumar como una figura centralista han sido criticadas en repetidas ocasiones. Su "personalismo" ha sido señalado como uno de los factores que han contribuido a la ruptura de alianzas dentro del conglomerado que debía ser Sumar. El sueño de unificar las diferentes corrientes de la izquierda bajo un mismo paraguas parece estar evaporándose, y muchos de sus antiguos socios ya están buscando nuevas alianzas.
Incluso dentro del PSOE, los socialistas ya empiezan a hacer cálculos sobre el futuro de la izquierda. La dirección del partido parece tener claro que la reconstrucción del espectro comunista español no vendrá de la mano de Yolanda Díaz.
Más noticias: