
La influencia del fanatismo climático y la estrategia de la izquierda
El fanatismo climático se ha transformado en un arma política que busca fidelizar a votantes mediante un discurso alarmista y reiterado
El debate sobre el cambio climático en España ha tomado un rumbo político, donde la izquierda suele justificar desastres naturales. La narrativa dominante ha convertido cada fenómeno meteorológico en argumento para reforzar políticas climáticas y nuevas restricciones.
Gobernantes de corte progresista insisten en culpar al cambio climático de incendios, inundaciones y olas de calor sin matices técnicos. El fanatismo climático se ha transformado en un arma política que busca fidelizar a votantes mediante un discurso alarmista y reiterado. El lobby climático en España está integrado por ONGs, empresas y asociaciones que presionan a gobiernos para influir en decisiones clave.
Multinacionales y grupos industriales, además de partidos políticos, forman parte de esta red de intereses en torno a la agenda climática.

La izquierda, en particular, promueve medidas restrictivas presentadas como proteccionistas del medio ambiente para reforzar su imagen pública. En la COP29 de Bakú en 2024, la participación española estuvo marcada por la presencia de Inditex bajo acreditaciones verdes globales. Otras grandes empresas como Banco Santander, Repsol y Endesa, que asistieron en el pasado, no estuvieron presentes en esa cumbre.
En la COP27 de Egipto, dos años antes, se detectaron más de 600 grupos ligados a combustibles fósiles, varios de origen español.
La influencia de estos lobbies fue criticada porque consideraban que frenaban acuerdos internacionales más estrictos sobre emisiones.
La Ley de Cambio Climático y Transición Energética de 2021 fijó que en 2040 solo se vendan vehículos de cero emisiones.
También prohibió nuevas exploraciones de hidrocarburos en territorio español, generando polémica entre sectores económicos dependientes de la energía fósil. ONGs como Greenpeace y Extinction Rebellion son actores clave al señalar prácticas contaminantes y denunciar a gobiernos por falta de acción.
En 2021, Friends of the Earth ganó un juicio contra Shell en Países Bajos, obligando a la petrolera a reducir emisiones.
Los movimientos de base como Fridays for Future, liderado por Greta Thunberg, han movilizado a millones en marchas globales. Su activismo aumentó la presión sobre instituciones, aunque críticos señalan que las propuestas carecen de un plan económico sostenible.
En España, la política climática se convirtió en una bandera de partidos de izquierda, que culpan al clima de cada catástrofe.

El discurso se refuerza tras incendios forestales o inundaciones, presentados como consecuencia directa del calentamiento global, sin matices alternativos. Expertos reclaman análisis más objetivos, recordando que factores humanos como la falta de prevención también influyen en estos desastres.
La instrumentalización política del clima mantiene viva una estrategia que mezcla fanatismo, intereses económicos y proyección electoral en cada crisis.
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