
El Gobierno paga la vuelta de la flotilla pero dejó tirada a una española en Tailandia
Exteriores costea el regreso de 21 activistas desde Israel mientras que Ángela Agudo tuvo que recaudar fondos
El Ministerio de Asuntos Exteriores ha confirmado que asumió el coste de los billetes de los 21 españoles integrantes de la Global Sumud Flotilla.
Según fuentes oficiales, la medida buscaba “agilizar su salida” de Israel, tras las tensiones diplomáticas generadas por su detención.
“Exteriores ha negociado y facilitado el traslado de los españoles que lo solicitaron voluntariamente, ofreciendo plazas en el vuelo de este domingo”, señalaron fuentes del departamento de José Manuel Albares.
Los billetes fueron adquiridos directamente por el Ministerio, que asegura haber movilizado “todos sus recursos consulares y diplomáticos”.
El Gobierno recalca que los consulados en El Cairo, Nicosia y Tel Aviv han estado “activos desde el primer día”. El cónsul en Tel Aviv acompañó a los españoles durante su retención en el puerto de Ashdod.
Además, Exteriores mantuvo abiertas dos líneas telefónicas para atender a las familias, tanto desde Madrid como desde el propio consulado en Israel.
Contraste con un caso olvidado: Ángela Agudo en coma en Tailandia
Mientras el Ejecutivo pagaba los billetes de los activistas, en Tailandia una joven valenciana de 24 años, Ángela Agudo, luchaba por su vida tras un accidente de moto. Sin ayuda del Gobierno, tuvo que recaudar el dinero por su cuenta para poder ser trasladada a España.
Sus padres denunciaron que el Gobierno se negó a costear el traslado sanitario a España, pese a la gravedad de su estado.
“Nos dijeron hoy mismo que no se harán cargo del traslado. Han esperado hasta el último día”, lamentaban los padres desde el hospital de la isla de Samui.
La joven, natural de Godelleta, permaneció en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Bangkok Samui entre octubre y noviembre de 2024.

Los médicos insistieron en que el traslado debía hacerse “lo antes posible” por el empeoramiento de su estado y la aparición de fiebre e infecciones.
Una familia desesperada y un coste inasumible
La cobertura del seguro médico ya había expirado. Los gastos hospitalarios ascendían a 3.290 euros diarios, muy por encima de los 2.200 euros iniciales. El incremento respondía a la nueva medicación que Ángela necesitaba, según explicaron sus padres.
La familia buscaba contratar un vuelo medicalizado privado con destino a Valencia, cuyo coste se aproximaba a los 295.000 euros.
Ante la negativa del Gobierno, recurrieron a una campaña de micromecenazgo que logró recaudar en pocos días los 300.000 euros necesarios gracias a la solidaridad de amigos, vecinos y desconocidos.
El esfuerzo no terminó ahí. Hacienda exigirá tributar tanto por el dinero del micromecenazgo como por las donaciones recibidas en la cuenta bancaria abierta para ayudar a la familia.
“Solo queríamos traer a nuestra hija a casa y que se recuperara”. Señalaban los padres, un trabajador de obra civil y una limpiadora que no podían asumir por sí solos ese coste.
Soledad, barreras lingüísticas y precariedad
En Tailandia, los padres de Ángela sobrevivían con lo justo. No hablaban inglés y dependían del traductor del móvil para comunicarse con los médicos. “Nos sentimos perdidos”, reconocían.
Solo un intérprete del hospital les ayudaba a comprender los informes médicos y las facturas que seguían acumulándose.
“Comemos plátanos y sándwiches envasados, no queremos arriesgarnos a enfermarnos. Tenemos que estar fuertes por nuestra hija”, confesaba la madre. Se alojaban en un hotel modesto cerca del hospital para poder visitarla a diario.

A pesar de la soledad, recibieron gestos solidarios de compatriotas en la isla. “Un asturiano con una empresa de taxis nos ha ayudado muchísimo, y una cadena hotelera española nos invitó a comer. Una sopa caliente nos devolvió algo de ánimo”, contaba emocionada la madre.
El contraste entre ambos casos provocó indignación. Mientras Albares se volcó en el retorno de los miembros de la flotilla, la familia de una española tuvo que mendigar ayuda para traerla.
Una gestión que muchos califican de incoherente. El Gobierno presume de “no dejar atrás a ningún español”, pero en la práctica, Ángela Agudo y su familia fueron abandonados a su suerte.
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