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Simulación de Pedro Sánchez
OPINIÓN

No existe un PSOE bueno: el problema no es Sánchez, es el PSOE

La opinión de Javier García Isac de hoy, lunes 9 de junio de 2025

Una parte nada despreciable de la derecha política y mediática en España vive instalada en un espejismo: el espejismo del “PSOE bueno”. Y lo que es peor, muchos en el Partido Popular alimentan esta fantasía con entusiasmo suicida, buscando desesperadamente una versión regenerada del socialismo español con la que salvar la gran farsa del bipartidismo. Pero conviene decirlo de forma clara, rotunda y sin paños calientes: no existe un PSOE bueno. Nunca lo hubo. Nunca lo habrá.

El sanchismo, que tanto escandaliza ahora a algunos barones autonómicos, no es un fenómeno aislado ni una anomalía dentro del PSOE. Pedro Sánchez no es una desviación del partido, sino su evolución lógica. El resultado coherente del zapaterismo, que a su vez fue la consecuencia inevitable del felipismo. El PSOE de hoy es el fruto de décadas de corrupción, traiciones, manipulación institucional y desprecio por la nación. Pretender salvar al PSOE del sanchismo es como intentar salvar a una serpiente de su veneno.

Y sin embargo, el Partido Popular insiste. Lo vimos el viernes, con la presencia de los líderes regionales del PP,  una estampa surrealista donde los presidentes autonómicos asisten a la Conferencia autonómica convocada por Sánchez, legitimando su poder, mientras al mismo tiempo, ese Partido Popular, llama a la ciudadanía a acudir a la manifestación del domingo en Madrid, en Plaza de España, como si fueran compatibles ambas cosas. Lo vimos cuando se niega a presentar una moción de censura, alegando que “los números no dan”, como si la defensa de la dignidad nacional fuese una cuestión de cálculos electorales y no de principios.

Lo cierto es que el PP necesita al PSOE. Necesita que no se hunda del todo para mantener con vida el régimen del 78, esa falsa alternancia donde cambian los nombres, pero nunca el rumbo. Necesita a un PSOE “razonable”, “moderado”,  “templado” con el que seguir repartiéndose instituciones, consejos de administración y el relato oficial. De ahí que clamen por el regreso de los “socialistas buenos”, los Page, Lambán, Madina o Tomás Gómez, esos que ahora fingen desmarcarse de Sánchez, pero que nunca se han desmarcado realmente del PSOE. Porque el problema no es Pedro Sánchez. El problema es el PSOE.

¿De qué sirve que García-Page critique la ley de amnistía si luego entrega sus votos al PSOE? ¿Qué aporta Lambán si no tiene el valor de condenar públicamente las alianzas con Bildu, ERC o los separatistas? ¿Qué credibilidad tiene Madina hablando de democracia cuando calló ante los GAL, los ERE y las cloacas del Estado? Todos ellos forman parte del mismo engranaje. Algunos se hacen los críticos, pero ninguno rompe el carné. Ninguno dice la verdad esencial: que el PSOE es el partido más criminal y corrupto de la historia de España.

Decir que hay un “PSOE bueno” es como decir que hay una ETA buena. Es una trampa semántica que solo busca confundir, desmovilizar y garantizar que nada cambie. El PSOE es incompatible con la regeneración democrática. Es incompatible con la unidad nacional. Es incompatible con la libertad. Y lo ha demostrado desde sus orígenes, pasando por la Segunda República, los años del GAL, los ERE de Andalucía, el zapaterismo revanchista y el sanchismo totalitario.

Quien de verdad quiera servir a España no puede seguir sosteniendo esta farsa. El PSOE no puede reformarse. Debe desaparecer, como ocurrió con los partidos podridos por la corrupción en Italia. Las siglas del PSOE deberían ser enterradas, por higiene democrática y por respeto a la verdad histórica. Aquellos que quieran iniciar una nueva etapa, que lo hagan, pero no bajo las siglas de un partido manchado de sangre, de latrocinio, de manipulación y de sectarismo.

El Partido Popular, si quiere recuperar la confianza de millones de españoles y ser mínimamente creible, debería empezar por dejar de tender la mano a los socialistas “moderados”. No hay socialistas moderados. Hay socialistas silenciosos, socialistas cómplices y socialistas oportunistas. Y si alguno quiere realmente dignidad, que lo demuestre abandonando el partido, rompiendo el carné y denunciando todo lo que han visto y callado.

Solo es digno aquel socialista que deja de serlo. Lo demás es impostura.

España no necesita más pactos entre PP y PSOE. Necesita una ruptura clara con el pasado corrupto. Necesita abrir un nuevo camino político sin lastres, sin complejos y sin traiciones. Y para eso, el primer paso es dejar de creer en el mito del PSOE bueno. Ese partido jamás ha existido. Y cuanto antes lo asumamos, antes podremos empezar la verdadera reconstrucción nacional.

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