
Ábalos, el dinero, y la mentira como forma de gobierno
La opinión de Javier García Isac de hoy, miércoles 15 de octubre de 2025
Hoy comparece de nuevo José Luis Ábalos, aquel ministro de Fomento que fue durante años la mano derecha de Pedro Sánchez, el hombre que lo acompañó en su ascenso al poder, que le sostuvo en los peores momentos y que ahora se sienta ante la justicia para explicar si cobraba en efectivo o no, y de dónde procedían las ingentes cantidades de dinero en metálico que, según las últimas revelaciones, se almacenaban en su ministerio.
Las imágenes publicadas por el digital The Objetive son demoledoras: cajas repletas de billetes de 50 y 100 euros, guardadas dentro de dependencias ministeriales, sin control ni registro, con un aroma inequívoco a corrupción institucionalizada.
Y la pregunta, inevitable, resuena con fuerza:
¿Qué hacía un ministro del Gobierno con tanto dinero en efectivo?
¿Por qué se manejaban semejantes cantidades dentro de un ministerio público?
¿Y por qué, una vez más, nadie en Moncloa parece saber nada?
Mientras estas revelaciones estremecen a cualquier ciudadano decente, el propio Pedro Sánchez aparecía ayer en su cadena amiga, la Cadena SER, para intentar desviar la atención con una mentira más: que “la Guardia Civil ha dicho en su último informe que el PSOE no se financiaba ilegalmente”.
Una afirmación falsa y manipuladora, porque eso no es lo que dice el informe de la UCO. Lo que el documento realmente recoge es que se siguen investigando las vías de financiación y los posibles flujos de dinero opaco, incluyendo los vinculados al entorno empresarial de Víctor de Aldama, el mismo hombre que aquella noche del caso Delcy Rodríguez estaba en Barajas junto a Ábalos y que más tarde fue detenido por la trama de los hidrocarburos.
Esa es la auténtica historia:
El PSOE de Pedro Sánchez está rodeado de una telaraña de corrupción, amiguismo y tráfico de influencias, donde cada ministro parece tener su propia caja, su propia trama y su propio silencio comprado.
Y por si faltara algo, en las próximas horas conoceremos un nuevo informe policial que afecta directamente al ministro canario Ángel Víctor Torres, otro hombre del núcleo sanchista, relacionado —según las investigaciones— con esa trama de hidrocarburos que manejaba dinero negro y favores políticos con apariencia de contratos públicos.
La sombra se alarga, y alcanza incluso a José Luis Rodríguez Zapatero, el mentor ideológico de Sánchez y figura clave del actual poder socialista. Zapatero, que ha viajado decenas de veces a Venezuela, debería ser también investigado por su ingente patrimonio y su relación con los negocios energéticos bolivarianos.
No es casualidad que muchos sospechen que parte del petróleo que alimenta estas tramas provenga de los acuerdos turbios con el régimen de Maduro, ni que el Grupo de Puebla —ese entramado de ex presidentes y socialistas de salón— sea hoy el escudo político y diplomático del sanchismo.
Todo forma parte de un mismo sistema:
Corrupción institucional en los ministerios.
Mentiras mediáticas lanzadas desde los micrófonos amigos.
Redes de financiación opaca amparadas en la impunidad del poder.
Y una justicia presionada, atacada y desacreditada cuando osa tocar al entorno del presidente.
Hoy Ábalos comparece, pero debería hacerlo también el propio Pedro Sánchez, porque nada de lo que ha ocurrido en su Gobierno podría haberse hecho sin su conocimiento o consentimiento.
El mismo Sánchez que se atreve a dar lecciones de moral desde los estudios de la SER mientras su mujer está imputada, su hermano es investigado, sus ministros son señalados por la justicia, y sus colaboradores acumulan causas abiertas en todos los tribunales de España.
Si José Luis Ábalos no fuera socialista, si fuera un ciudadano cualquiera, hoy estaría en prisión preventiva.
Pero como fue ministro y escudero del líder, el sistema judicial parece caminar con pies de plomo.
Sin embargo, los hechos están ahí, los vídeos están ahí, las pruebas se acumulan, y la verdad —por mucho que la tapen con propaganda— termina saliendo a la luz. Hoy sabremos si en la justicia todavía quedan valientes que se atreven con el Sanchismo, con el ingreso en prisión de Ábalos.
El sanchismo ha convertido la política en un negocio personal, los ministerios en cuevas de intereses y la mentira en doctrina de Estado.
Hoy, cuando veamos a José Luis Ábalos comparecer ante la justicia, no veremos solo a un ex ministro caído: veremos el reflejo de un régimen entero, corrompido hasta la médula, sostenido sobre el silencio, el miedo y la complicidad mediática.
Y la pregunta final, que ningún español debería dejar de hacerse, es tan sencilla como terrible:
¿Hasta cuándo vamos a permitir que los mismos que han saqueado el Estado sigan gobernando España?
Más noticias: