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OPINIÓN

El gran engaño: pensiones, inmigración y votos cautivos

La opinión de Javier García Isac de hoy, miércoles 3 de septiembre de 2025

El discurso oficial del gobierno y de sus socios es tan falso como peligroso. Nos quieren convencer de que la llegada de tres millones y medio de inmigrantes en los próximos diez años será la solución mágica para el problema de las pensiones. Una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad, aunque la repitan desde Moncloa, Ferraz o Bruselas.

La inmigración masiva no salva las pensiones, las revienta. Y no lo decimos por prejuicio, lo dicen los números: la mayoría de los inmigrantes reciben más en ayudas sociales, subvenciones y servicios públicos de lo que aportan al sistema. No son contribuyentes netos, son dependientes netos. Y esa diferencia se paga con el sudor del trabajador español, del autónomo ahogado a impuestos y del pensionista que cobra limosnas después de una vida entera de cotizaciones.

No buscan trabajadores, buscan electores obedientes

El engaño es doble. Nos venden inmigración como mano de obra, cuando en realidad lo que buscan son electores obedientes. Con papeles express, nacionalidad rápida y derecho de voto, se asegura una base electoral cautiva. Porque ese es el verdadero objetivo: no sostener las pensiones, sino sostener al PSOE en el poder.

Lo peor es que ni siquiera se apuesta por una inmigración ordenada, con voluntad de integrarse, como la procedente de Hispanoamérica, con lazos culturales y lingüísticos que facilitan la convivencia. No: la preferencia es islamismo, guetos y dependencia.

El espejo francés: barrios bajo la Sharia

¿Alguien duda de hacia dónde vamos? Como ya he comentado en distintas ocasiones, basta mirar a Francia. Marsella, Lyon o París son ejemplos de lo que ocurre cuando el Estado se rinde. Barrios bajo la Sharia donde la policía no entra, donde la ley islámica sustituye a la ley del Estado, donde la convivencia se convierte en confrontación.

España ya empieza a mostrar esos síntomas: mezquitas controladas por imanes extranjeros, escuelas coránicas ilegales, matrimonios forzosos, poligamia encubierta y barrios en los que la integración brilla por su ausencia.

Hoy son guetos. Mañana serán la base de partidos islamistas en nuestro Parlamento. Y entonces ya será demasiado tarde.

El suicidio civilizacional

España no necesita más inmigración islámica. España necesita empleo y natalidad. Necesita devolver la esperanza a sus jóvenes, no sustituirlos por inmigración masiva. Necesita un plan serio de pensiones, no un plan electoral camuflado de solidaridad.

La inmigración desordenada es un suicidio civilizacional. Lo que este gobierno presenta como un remedio es en realidad el veneno. Y si no se frena, el día que aparezca el primer partido islamista en nuestro Congreso, el culpable tendrá nombre y apellidos: el corrupto Pedro Sánchez, el PSOE, sus socios y todos esos votantes que piensan que algo les caerá.

El modelo no es sostener pensiones, es sustituir población. El objetivo no es la justicia social, es la supervivencia política de una izquierda que ha renunciado a gobernar para los españoles y ha decidido gobernar contra ellos.

Y la verdad, por incómoda que resulte, debe repetirse sin descanso:

La inmigración masiva no salva las pensiones, las hunde.

Los guetos de hoy son los partidos islamistas de mañana.

Ni un inmigrante más para hundir pensiones. Ni un día más de este gobierno.

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