
La dictadura cognitiva: corrimiento al azul
Por Onvre Deconstruido
La izquierda sabe que pensamos con palabras, por lo tanto, sabe que quien domine las palabras dominará los pensamientos de la gente. Por ese motivo, la dictadura que pretende imponer Pedro Sánchez es en primer lugar una dictadura mental, es cognitiva, es la dictadura del pensamiento.
La semana pasada hablamos sobre los movimientos del espectro político. Sobre cómo el tablero se inclina a la izquierda, asumiendo el PSOE posiciones cada vez más radicales y justificándose, esto es, atacando a la oposición, tildándola de derecha extrema o extrema derecha con el objetivo de establecer un nuevo centro… centrado, eso sí, en el PSOE de Zapatero.
Ese fenómeno lo bautizamos como corrimiento al rojo, nombre por el que se conoce el efecto Doppler de la luz: un fenómeno físico por el cual una fuente parece cambiar su frecuencia, en este caso su color, debido al movimiento relativo. De este modo, los objetos que se alejan del observador se perciben más rojizos. De ahí su nombre.
Esta semana, después de haber hablado sobre el corte rojo y sobre el corrimiento al rojo, seguiremos nuestro particular discurso de cromodinámica política hablando del corrimiento al azul.
Hemos visto cómo el movimiento relativo de los partidos cambia su percepción, en este caso cuando el Partido Popular quiere extenderse por el espacio que antes ocupaba el PSOE, es decir, hacia la izquierda, avanzan, o mejor dicho, retroceden con la esperanza de seducir a los votantes del otro lado del muro debido al color rojizo que creen adquirir con sus erráticos movimientos.
Pero esto es porque no tienen en cuenta el corrimiento al azul, es decir: desde el punto de vista del votante de izquierdas, cuando el PP se desliza hacia ellos, su aspecto adquiere, de hecho, un tono más azulado.
Este fenómeno explica a la perfección el hecho de que el Partido Popular más rojo de la historia es descrito por la izquierda y sus medios como un partido de derecha extrema. A pesar de todo lo cedido, les llaman el partido de Marcial Dorado, el partido del documental 7.291, el partido al que pretenden responsabilizar en exclusiva de lo sucedido en Valencia… ¡les llaman el partido mopongo!
Dicho de otro modo… cuanto más te humilles, más te despreciarán. Hay una cosa que todo votante detesta más que un partido sin principios: es un partido que muestra una posición débil, entregada… humillada.
¡Así no, así no se puede! Alzó la voz Feijóo después de que se suspendiera el pleno debido a la emergencia de la gota fría… pero se convocara otro extraordinario para asaltar RTVE. ¡Así no se puede! No había razón más justificada para cortar toda relación con el PSOE, para pasar a la oposición total y frontal. Todo el mundo lo hubiera entendido.
Sin embargo, el junco se dobla de nuevo una y otra vez a la izquierda, creyéndose que jamás se va a romper. Es un error estratégico garrafal. No sucederá aquello que el PP pretende. Un solo partido y, mucho menos uno desnortado, errático y humillado, no le arrebatará el poder al capo del nuevo Frente Popular.
Así que cuando oigas al Partido Popular hablar de que las elecciones se ganan por el centro, recuerda que en España se ha erigido un muro, un muro como el de Berlín, que ha dividido al pueblo en dos. Un muro que solo admite dos posiciones, o estás detrás de él o estás enfrente de él. Un muro que tiene un nombre… y se llama Pedro Sánchez.
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