Corte Rojo. Por Onvre Deconstruido
'Vamos entonces a ponerle nombre y apellido a la técnica de manipulación, sello del socialismo:la llamaremos Corte Rojo'
La manipulación funciona cuando no eres consciente de que te están manipulando. En cuanto te das cuenta, el manipulador pierde ese poder sobre ti. Vamos entonces a ponerle nombre y apellido a la técnica de manipulación, sello distintivo del socialismo: la llamaremos Corte Rojo.
Un Corte Rojo consiste en trazar una línea por donde dividir o ‘cortar’ un grupo social antes cohesionado, el viejo divide et impera, pero diabólicamente perfeccionado… —esto es solo el principio—.
Una vez trazada la línea y enfrentados unos a un lado y otros al otro, se otorga un nombre y una ‘bandera’ a cada grupo. Es en ese momento cuando el individuo-producto, ‘el maniquí’, encuentra lo que más ansía, lo que le habían arrebatado antes de meterle la papilla ideológica por el gaznate: un lugar en ‘el mundo’, una identidad.
Pero la cosa no queda ahí… marcada la división, dado un nombre, una causa, una identidad y una bandera —y aquí viene lo perversamente genial—, envolviéndose en un manto de altruismo y generosidad paternal, otorgan, como el que lanzaba el pan a los espectadores del circo romano, una entelequia llamada ‘derechos’, esto es, privilegios a unos con respecto a otros.
¡Voilà! El Corte Rojo es ya irreversible… ¡y la operación se puede repetir cuantas veces quieras! Atomizando a la población en cada vez más colectivos de todo pelaje. Así, con un Corte Rojo, el gobernante obtiene una división irreconciliable, una fuente de tensión permanente tal que, cometa la fechoría que cometa, les mienta sobre lo que les mienta, les robe lo que les robe, sus partidarios serán incapaces de enfrentarse a él, porque quedan ahora ciegos a cualquier fuente de desgracia ajena a la otra mitad de su propio pueblo.
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