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Primer plano del Papa Francisco con gafas y vestimenta blanca sonríe y levanta la mano en señal de saludo.
CORAZÓN

El Papa Francisco rompe su silencio en plena Semana Santa: ‘No puedo hacerlo, pero…’

Aunque no puede presidir las celebraciones de Semana Santa por motivos de salud, el Papa Francisco ha hablado durante una emotiva visita

Aunque el Papa Francisco no participará este año en las celebraciones de Semana Santa, sí ha querido estar presente de una forma profundamente simbólica. Su delicado estado de salud le ha impedido encabezar las liturgias del Jueves y el Viernes Santo. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que el pontífice hiciera un gesto que pasará a la historia.

Ayer, Jueves Santo, el Papa Francisco hizo una visita completamente inesperada a uno de los lugares más olvidados por la sociedad: la cárcel. Se desplazó hasta la prisión de Regina Coeli, en Roma, para compartir el Día del Amor Fraterno con quienes pocas veces reciben gestos de amor. Un acto que, por su carga emocional y simbólica, ha conmovido incluso a quienes no profesan la fe católica.

Plano medio del Papa Francisco con vestimenta religiosa blanca y un tubo de oxígeno en la nariz.

El bonito gesto del Papa Francisco que no ha pasado desapercibido

El Papa Francisco no pudo realizar el tradicional lavado de pies, como acostumbra hacer cada año en estas fechas. Aun así, decidió acercarse hasta una verja donde decenas de presos esperaban con ansiedad su llegada. Al verle, comenzaron a gritar, a llorar, a extender las manos, como buscando un contacto humano que rompiera su aislamiento.

Y entonces, ocurrió uno de los momentos más significativos de la jornada. Con un gesto pausado, pero lleno de intención, el Papa Francisco lanzó un beso hacia los presos. Fue un beso que cruzó los barrotes, las distancias y las barreras sociales, convirtiéndose en un mensaje de inclusión y esperanza.

El Papa Francisco estaba visiblemente frágil, con la voz quebrada y dificultades de movilidad. Pero también transmitía serenidad y determinación. Su presencia, aunque breve, fue profundamente significativa para los internos, que respondieron enviando besos de vuelta, entre lágrimas y emociones contenidas.

Después de ese momento inicial, el pontífice se reunió con 70 reclusos que participan activamente en las actividades de la capellanía de la prisión. Fue un encuentro íntimo, en el que la cárcel se transformó en una especie de nuevo Cenáculo.

“Me gusta hacer todos los años lo que hizo Jesús el Jueves Santo: el lavado de los pies”, confesó el Papa Francisco durante su intervención. Y añadió: “Este año no puedo hacerlo, pero puedo y quiero estar cerca de ustedes. Rezo por ustedes y por sus familias”.

Las palabras fueron breves pero cargadas de significado, y dejaron claro que al Papa Francisco no lo frena ni su delicado estado de salud. Su gesto de acudir a la cárcel, aún convaleciente, demuestra su compromiso con los más marginados y con aquellos a quienes nadie quiere ver.

Desde el Vaticano ya se había anunciado que Francisco no presidiría las celebraciones litúrgicas por recomendación médica. Los problemas respiratorios derivados de una neumonía bilateral lo mantienen en recuperación, y por ello ha delegado las ceremonias en otros cardenales.

Aun así, su decisión de acudir personalmente a la cárcel ha dado un nuevo sentido a la Semana Santa de este año. Frente al silencio litúrgico, el Papa Francisco ha optado por la elocuencia de un gesto. No ha sido un acto oficial, pero sí uno de los más poderosos de su pontificado.

➡️ Corazón

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