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Montaje de fotos de Charlene y Alberto de Mónaco, y, en primer plano, la princesa Gabriella de Mónaco.
CORAZÓN

Malas noticias: Alberto de Mónaco y Charlene y la última foto de su hija Gabriella

Una fotografía de Gabriella sorprendió a todos y dejó al descubierto lo que nadie esperaba en la familia de Mónaco

Las apariciones públicas de las familias reales suelen estar marcadas por la elegancia, la solemnidad y la cercanía. Cada gesto o mirada transmite algo que va más allá del protocolo. Así lo viven también Alberto y Charlene de Mónaco junto a sus hijos.

Jacques y Gabriella, los mellizos del Principado, han crecido bajo el escrutinio de una nación que les sigue con afecto. Y que, también, analiza cada gesto y actitud de sus padres y de ellos mismos. Siempre han mostrado simpatía y educación en actos oficiales, pero hay días que son diferentes y marcan la diferencia.

Charlene y Gabriella de Mónaco posan juntas en una escalera de mármol, la niña sostiene un ramo de flores y ambas miran al frente con expresión seria

La familia de Alberto de Mónaco y Charlene: una actitud inesperada en San Juan

La noche de San Juan se vivió con emoción en Mónaco, entre fuegos y danzas típicas. Desde el balcón del palacio, la familia de Alberto de Mónaco y Charlene observó el espectáculo junto a los ciudadanos. Sin embargo, fue la pequeña Gabriella quien captó toda la atención.

Mientras Jacques sonreía y saludaba, Gabriella se mostraba visiblemente seria. Vestida con un delicado atuendo blanco con bordados y recogido trenzado, parecía incómoda. Se cruzaba de brazos y aplaudía sin entusiasmo, su rostro estaba serio y taciturno.

Charlene, atenta y siempre cercana, notó cada gesto. Se agachó para hablar con su hija y tratar de animarla señalando lo que ocurría abajo. Aunque Gabriella esbozó una leve sonrisa, no fue suficiente para ocultar su desánimo.

Imagen de la familia real de Mónaco al completo sonrientes en un balcón.

Alberto de Mónaco tiene claro cómo quiere educar a Jacques y Gabriella

La actitud de Gabriella contrasta con su habitual simpatía, puesto que es conocida por su madurez, presencia y curiosidad natural. Alberto explicó que educar en la realeza requiere sutileza: “Se hace con pequeños detalles”. “No debe traumatizarlos ni monopolizar demasiado sus mentes”, añadió el monarca, que no quiere que sus hijos se sientan presionados.

Charlene, en declaraciones al medio francés Gala, reconoció las diferencias entre sus mellizos. “Gabriella es muy curiosa… exige mucha atención”, explicó con ternura. Describe a Jacques como observador y tranquilo, mientras ella es intensa y vital.

Ser hijo de príncipes no exime del cansancio o la emoción, lo importante es que Gabriella tiene a su lado una familia comprensiva. “Ya podemos imaginar a qué estarán expuestos…”, expresó Charlene con honestidad. Ella reconoce la presión que sienten sus hijos frente al mundo moderno: “Debo admitir que es mucha presión”, dijo, con realismo y sensibilidad. 

Pese a las exigencias del cargo y el foco mediático, Alberto y Charlene de Mónaco parecen decididos a priorizar el bienestar emocional de sus hijos. La escena vivida en San Juan no es más que un reflejo de una familia real que lidia con los altibajos de la infancia en un entorno único.

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