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Carlos III aparece en primer plano frente a un edificio histórico, con un grupo de guardias al fondo y un globo de diálogo con un dibujo de anillos rotos.
CORAZÓN

Buckingham Palace se prepara para el divorcio más sonado: Carlos III ya lo sabe

Un cambio de actitud y unos gestos inesperados en público despiertan dudas sobre lo que ocurre detrás del Buckingham Palace

Cuando la atención pública se posa sobre una pareja, la observación es muy exhaustiva. Al extremo de que cualquier gesto, incluso lo cotidiano, puede volverse sospechoso. Es bien sabido por todos que, en la realeza, no todo lo que brilla es armonía verdadera.

Incluso bajo un título real, hay problemas matrimoniales que pueden escaparse de las manos, o de las apariencias. Esto es lo que está viviendo la realeza de Reino Unido, algo que nadie se esperaba, pero ha sucedido. A veces, basta observar para notar que algo ya no encaja.

Imagen de Carlos III

La sobrina de Carlos III podría estar a punto de separarse

Beatriz de York, sobrina de Carlos III, y su esposo Edoardo Mapelli Mozzi han formado un matrimonio rodeado de expectativas. Sus apariciones han sido comentadas, analizadas y hasta idealizadas. Pero el tono ha cambiado en los últimos tiempos.

Según medios británicos como The List, Edoardo lleva un ritmo profesional tan acelerado que apenas se detiene en casa. Él mismo ha dicho que “siempre está en tren” por trabajo y lo que parecía temporal, se ha vuelto rutina. La distancia ya no es solo física, sino emocional, según apuntan voces cercanas. 

Beatriz habría quedado más sola desde el nacimiento de Athena Elizabeth, como señala The List, la estabilidad económica “no da compañía ni afecto”. Los gestos recientes han sido interpretados como señales de una fractura. Y aunque no hay declaraciones, para muchos, el silencio se ha vuelto demasiado evidente.

Beatriz de York con un vestido rojo elegante posa al aire libre, sosteniendo un bolso blanco, con árboles y una escultura de fondo.

Imágenes que no engañan

Durante el Royal Ascot 2025, la pareja fue observada de cerca por la prensa y el público. Beatriz apareció con un semblante serio, poco habitual en eventos de tal relevancia. Edoardo estuvo presente, pero la conexión entre ambos fue mínima.

El beso que compartieron ante las cámaras fue descrito como “supervergonzoso y falso”. Más que un gesto afectivo, pareció una coreografía mal ensayada. La incomodidad entre ambos fue evidente.

La exposición en un evento de ese calibre no perdona los matices. Cuando la espontaneidad se pierde, el artificio se vuelve más notorio. Y esta vez, ni el protocolo pudo cubrir la distancia que los separa.

Edoardo Mapelli y Beatrice de York sonriente se mira a los ojos mientras se abraza en un entorno al aire libre con vegetación.

La señal detrás del silencio

No hay comunicados, pero sí señales. Y esas señales apuntan a un desgaste que ya no se puede disimular. La relación, sin decirlo, parece atravesar una etapa compleja.

En contextos donde todo se mide y todo se ve, guardar silencio también es una forma de hablar. Y Beatriz, sobrina de Carlos III, y Edoardo, sin decir palabra, ya han dicho bastante.

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