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Una pintoresca aldea de montaña con un puente de piedra y un río, rodeada de montañas y vegetación, con dos imágenes circulares superpuestas que muestran un paisaje oscuro y una persona en una atracción de aventura.
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Los mejores planes para hacer en Aragón este verano

Sus castillos son imprescindibles acompañados de preciosos paisajes que ofrecen una abanico de posibilidades

Naturaleza, cultura, fiestas y cielos estrellados.  Aragón se transforma cada verano en un escenario lleno de experiencias únicas para quienes buscan un respiro del calor sin renunciar al ocio ni a la aventura.

En pleno julio, cuando el calor aprieta en otras regiones, esta comunidad autónoma ofrece refugios frescos entre montañas, sierras y lagos. Desde el legendario Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido hasta el nacimiento del río Pitarque, pasando por las gargantas de Guara, Aragón es un mosaico natural con 18 espacios protegidos y más de 4.000 kilómetros de rutas señalizadas para recorrer a pie, en bicicleta o incluso en 4x4.

Tres bastones de senderismo clavados en la orilla de un lago con montañas al fondo bajo un cielo despejado.

Uno de los mayores tesoros del Pirineo aragonés son los ibones, lagos de origen glaciar que brillan como joyas entre montañas. Estanés, Anayet, Acherito o Batisielles son solo algunos de los más visitados, accesibles en muchos casos mediante rutas sencillas o incluso en tren turístico.

En Aragón, los ibones son lagos de origen glaciar únicos en la península. Algunos son accesibles en coche o tren turístico, pero la mayoría requieren caminatas entre paisajes espectaculares. Entre los más destacados están Estanés, Anayet, Acherito o Batisielles.

Al caer la noche, Aragón invita a mirar al cielo. Sus pueblos pequeños y la baja contaminación permiten ver la Vía Láctea con claridad. Hay cenas bajo las estrellas, rutas a caballo con luna llena o talleres de astrofotografía. En Teruel, el centro Galáctica combina ciencia y observación astronómica.

Zaragoza ofrece la experiencia nocturna FIAT LUX, con visitas guiadas a iglesias iluminadas. Se recorren las catedrales y templos más emblemáticos, en un ambiente único y silencioso.

Ansó celebra el Día del Traje Ansotano, Fiesta de Interés Turístico Nacional. Vecinos visten trajes tradicionales y recrean la vida antigua. Es un desfile lleno de historia y color.

En Aínsa, el 31 de agosto, se representa la Morisma, una obra popular que recuerda la victoria cristiana sobre los musulmanes. El pueblo, de gran belleza medieval, es también uno de los más bonitos de España.

Y en Aguaviva, el 28 de agosto, se decoran las calles con alfombras de serrín. Una tradición ligada a un milagro del siglo XV.

Pero Aragón no solo brilla de día. Al caer la noche, los cielos limpios y sin contaminación lumínica permiten disfrutar del astroturismo. Propuestas como cenas bajo las estrellas,  paseos a caballo a la luz de la luna o cursos de fotografía nocturna  se suman a la experiencia. Un lugar destacado es Galáctica, el parque astronómico inaugurado en 2023 en Teruel, que combina divulgación y observación del cielo para todos los públicos.

Un plato cuadrado de hierro fundido con arroz amarillo y trozos de verduras.

Dormir tapado en julio también es posible. La comunidad está salpicada de pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Ansó y sus peculiares chimeneas que ahuyentan brujas, Daroca con su muralla medieval, o  La Fresneda con sus cárceles de clases, son ejemplos de destinos donde la historia y la tranquilidad van de la mano. Su red de hospederías y casas rurales ofrece descanso con encanto y temperaturas suaves.

El calendario festivo también es protagonista. En Teruel, las Fiestas del Ángel —más conocidas como La Vaquilla— transforman la ciudad en un estallido de alegría, música y tradición. Durante días, las peñas abren sus puertas a vecinos y visitantes en una celebración inclusiva donde el toro y el pañuelo rojo son símbolos omnipresentes.

En Graus, el 27 de julio se celebra el Día de la Longaniza, una fiesta gastronómica con aroma a parrilla y sabor popular que presume de récord Guinness gracias a la longaniza más grande del mundo. Entre música y fachadas renacentistas, esta fiesta rinde homenaje a uno de los productos estrella de la comarca.

El arte también encuentra su espacio en este verano aragonés. El Palacio de la Aljafería en Zaragoza acoge una exposición temporal con 62 obras de Francisco de Goya, procedentes del Museo de Zaragoza, que se encuentra en reformas. La muestra se convierte en una oportunidad única de admirar al genio de Fuendetodos en un enclave histórico de gran valor patrimonial.

Un grupo de personas disfruta de una comida y bebidas en un ambiente festivo con una gran estatua decorativa al fondo y coloridas cintas colgantes.

Y para cerrar la jornada, nada como dejarse llevar por el embrujo de FIAT LUX, las rutas nocturnas por las iglesias del casco histórico de Zaragoza. Visitas guiadas por templos en silencio, envueltos por la luz tenue y el misterio de la noche, donde historia y espiritualidad se funden.

Aragón demuestra que el verano se puede vivir de otra manera: con calma, con sabor y bajo un cielo estrellado.

Un grupo de personas disfruta de un día soleado en un antiguo claustro con columnas y un campanario al fondo.

Los imprescindibles castillos

Castillo de Loarre

Construido en el siglo XI, el castillo de Loarre fue primero un palacio real. Más tarde se convirtió en monasterio. Hoy es escenario de películas. Lo recibe una sólida muralla con once torreones que impresionan desde el primer vistazo.

Su fundador fue el monarca Sancho III el Mayor. Esta fortaleza es una joya del arte civil y militar medieval. Ha servido como plató de cine en varias ocasiones. Una de las películas más conocidas es El Reino de los Cielos, dirigida por Ridley Scott.

Está levantado sobre un espolón rocoso a 1.071 metros de altitud. Desde allí, defendía la frontera del Reino de Aragón. Fue clave para Sancho III en la reconquista cristiana de la zona frente a los musulmanes.

Su ubicación permite dominar toda la llanura de la Hoya de Huesca. En especial, vigila Bolea, entonces una importante plaza musulmana que controlaba fértiles tierras agrícolas.

Dentro del castillo, destacan las torres del homenaje y de la reina, muy bien conservadas. También impresiona la iglesia de Santa María. De estilo jaqués, luce capiteles ricamente decorados. Debajo se encuentra la cripta, cubierta por una bóveda de cañón.

Otros puntos destacados son la pequeña capilla y la cripta de Santa Quiteria, junto a la entrada. La iglesia del castillo, imponente, sorprende con su cúpula, un rasgo inusual en la arquitectura románica.

Palacio de la Aljafería

Esta antigua residencia de descanso para los reyes musulmanes es símbolo del esplendor del reino taifa en su época de mayor poder político y cultural. A lo largo del tiempo ha tenido múltiples usos: fortaleza, palacio real aragonés, sede de la Inquisición, residencia de los Reyes Católicos y cuartel militar. Desde 1987, alberga con orgullo las Cortes de Aragón.

Castillo de Peracense

Se alza en plena roca, en las faldas de la sierra Menera. Sus tonos rojizos lo hacen inconfundible.
Es uno de los castillos más espectaculares de Aragón. Se construyó en el siglo XIII como defensa frente a Castilla. También fue cárcel y cuartel durante las guerras carlistas.

El castillo domina el pueblo desde lo alto. Se levantó sobre una fortaleza islámica anterior.
Tras la unión de Castilla y Aragón, su importancia militar cayó. La Comunidad de Daroca se encargó de él hasta 1702.

Hoy sigue en pie, casi intacto. Tiene una planta de 4.000 m² y tres recintos concéntricos.
La roca y el castillo parecen una sola cosa. La piedra de rodeno, rojiza y robusta, está en muchas construcciones del pueblo: la iglesia, el ayuntamiento... todo se mimetiza con el entorno.

Para disfrutar de las mejores vistas, sube al cerro de San Ginés. Desde ahí, o desde el propio castillo, la panorámica es increíble.

Castillo de Alcañiz

Es  uno de los más grandes de Aragón. Pertenece a la Orden de Calatrava. Se levanta en la loma de Pui Pinos y domina toda la ciudad.

Sus orígenes son islámicos. Más tarde fue castillo, palacio, cárcel, cuartel, cementerio y residencia.
Hoy es un Parador Nacional. La construcción actual es el resultado de siglos de reformas. El palacio medieval y el barroco comparten el claustro del siglo XIV. Fuera, lo rodea una muralla reformada en el siglo XIX.

La parte más antigua está al noreste. Allí están la Torre del Homenaje y la Capilla, del siglo XII y XIII.
Destacan sus pinturas góticas, de principios del siglo XIV. Son uno de los conjuntos murales más valiosos de Aragón.

Tras años de abandono, fue declarado Monumento Nacional en 1925. En los años cincuenta empezaron las obras de recuperación. Más tarde, se restauró a fondo para acoger el Parador. Hoy es un lugar impresionante, lleno de historia y belleza.

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