
El lado más salvaje de Huelva que no te puedes perder
Ruta de los molinos de agua de Cortegana y Parque Nacional de Doñana: dos joyas naturales del sur de España
EDATV se ha desplazado hasta Almonaster la Real. Este rincón con encanto declarado Conjunto Histórico-Artístico, ha sido el punto de partida donde iniciamos una experiencia en uno de los entornos naturales más ricos.
El lado más salvaje de Huelva que no te puedes perder
Acompañados por José Francisco González, guía de la empresa Vestigia Patrimonio y Turismo, y nuestro reportero Tate Barceló, nos adentramos en la Ruta de los Molinos de Agua de Cortegana.
Un recorrido de unos 8 kilómetros donde la historia, el agua y la vegetación se funden para ofrecernos un paisaje inolvidable.
La ruta arranca cruzando una pasarela junto al Centro de Día de Cortegana y continúa por un antiguo tramo de carretera. La humedad de la tierra y el frescor del entorno nos anuncian que nos adentramos en un ecosistema vivo y vibrante.
A medida que avanzamos, descubrimos los restos de los antiguos molinos harineros del siglo XV, testigos silenciosos de la vida rural y la economía tradicional de la Sierra de Aracena.

"Es un lugar que ha tenido muchos usos aprovechando los recursos del entorno", nos explica José Francisco. Además, señala cómo la historia local ha girado en torno al aprovechamiento sostenible del medio.
Agua para moler, vegas para cultivar, dehesas para el cerdo ibérico y castañares para abastecer a toda la comarca.
Patrimonio que respira y enseña
Cada rincón de esta ruta nos conecta con los saberes antiguos y los modos de vida de los pueblos serranos.
"Aquí todo tiene un sentido. Históricamente, es lo que ha sustentado a los pueblos pasados", afirma el guía de Vestigia con convicción.
A lo largo del camino, flanqueado por helechos, chopos centenarios y fresnos, alcanzamos el Hotel La Posada de Cortegana. Una parada perfecta para tomar aliento antes de emprender el regreso por el antiguo camino de La Alameda.
También hay que sacar el valor histórico de los campos, los usos tradicionales, cómo se ha vivido tradicionalmente en este espacio
Este tramo, que formaba parte de la ruta que unía Ayamonte y Badajoz, nos permite disfrutar de unas impresionantes vistas del Cabezo de la Horca y del núcleo urbano de Cortegana.

"La interpretación de la naturaleza es solo una parte", señala José Francisco González. "También hay que sacar el valor histórico de los campos, los usos tradicionales, cómo se ha vivido tradicionalmente en este espacio".
Su propuesta no es solo mostrar paisajes, sino dar sentido al territorio, acercando al visitante a una forma de vida cada vez más alejada de nuestra rutina urbana.
Doñana: la biodiversidad que nos protege
La segunda parte de nuestro recorrido nos lleva hasta el incomparable Parque Nacional de Doñana, a caballo entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.
Allí nos recibe José María Galán, guía turístico y profundo conocedor del alma de este mosaico de ecosistemas.

"Conocer Doñana significa visitarlo, y visitarlo significa experimentarlo. Es un espacio que no solo está protegido, sino que también nos protege a nosotros", explica Galán con serenidad mientras recorremos la vera de una de sus marismas.
Más de 100.000 hectáreas protegidas dan forma a un territorio único donde confluyen marismas, cotos, pinares, lagunas, dunas móviles y playas vírgenes.
Doñana es un lugar estratégico para nuestra sociedad. La observación de la naturaleza, el contacto con lo esencial, rebaja nuestros niveles de estrés y nos conecta con algo mayor
La duna fósil del Asperillo, el acantilado anaranjado por los chorritos de óxido de hierro o el sistema lagunar del Lucio del Cangrejo son apenas algunos ejemplos de su riqueza paisajística.
"Doñana es un lugar estratégico para nuestra sociedad. La observación de la naturaleza, el contacto con lo esencial, rebaja nuestros niveles de estrés y nos conecta con algo mayor", nos dice Galán.
Mientras, observamos una de las llamadas pajareras, donde más de 120 especies de aves encuentran refugio.
Aquí el lince ibérico y el águila imperial sobreviven en un hábitat amenazado, pero resiliente. Doñana es también hogar de la tortuga mora, un reptil en peligro de extinción que vive en las arenas del parque.
Además de cientos de especies de flora adaptadas a diferentes niveles de humedad, salinidad y exposición.

"La biomímesis consiste en buscar soluciones a nuestros problemas a través de la imitación de la naturaleza", comenta Galán, subrayando el valor práctico de este espacio más allá de lo paisajístico.
Doñana no es solo un destino turístico, es una fuente de conocimiento, equilibrio y futuro.
Más que una postal: una experiencia vital
Ambos enclaves, la Ruta de los Molinos de Agua y el Parque Nacional de Doñana, nos recuerdan que el turismo no debe limitarse a mirar. También debe implicar, enseñar y transformar.
"Si no lo interpretamos y le damos sentido, nos quedaríamos con una simple postal. Pero aquí cada espacio tiene una razón de ser", recalca José Francisco González.
Desde las vegas que alimentaban a las familias hasta los sistemas de marismas que sostienen una de las mayores biodiversidades de Europa, nos invitan a mirar más allá del paisaje.
La naturaleza, en su forma más pura, se convierte aquí en maestra de historia, ciencia, sostenibilidad y memoria.

En palabras de José María Galán, "las actividades que puedes realizar en Doñana te dan para tres o cuatro días. Es un lugar que hay que vivir despacio, en conexión con uno mismo y con lo que nos rodea". Y no podemos estar más de acuerdo.
Por todo esto, la experiencia que EDATV ha vivido entre Cortegana y Doñana es una llamada a reconectar con lo esencial. A caminar entre las huellas del pasado y el murmullo del agua, a dejarse transformar por la belleza y la sabiduría de la tierra. Porque en estos lugares no solo se observa la naturaleza: se aprende a vivir mejor.
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