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Una multitud en un concierto con un cartel que dice "Basta con vivir con todo el alma" y fuegos artificiales en el escenario.
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Hakuna al ritmo de Dios

La noche del pasado sábado, el mundo, con centro en el Wizink center, vibró con las voces de 17.000 personas

La noche del pasado sábado, el mundo, con centro en el Wizink center de Madrid, vibró con las voces de 17.000 personas que clamaron al cielo dando cuenta de que creen en un Dios que está muy pero que muy vivo, muy pero que muy presente y que la sociedad en la que viven merece y necesita conocerlo. 

Después de que la pasada noche de Reyes el grupo católico Hakuna diera la campanada llenando por primera vez el Wizink Center, después de haber llenado ya el Palacio de Vistalegre, lo volvieron a hacer, volvieron a colgar el cartel de no hay billetes en los aledaños de Goya. En un mundo que parece pasar de Dios, el movimiento que se iniciara en la Jornada Mundial de la Juventud de Rio de Janeiro ha colocado a Dios nada más y nada menos que en el centro de Madrid.

Lo han hecho de la manera más sencilla y clara posible, en una Hostia en el back stage y cantando y bailando al ritmo de Dios. El concierto comenzaba con la versión cantada del salmo 23, El Rey de la Gloria, y acababa con Olor a tostadas gritando que, ser cristiano y vivir al modo de Dios es muy pero que muy sencillo.

Músicos tocando en un escenario durante un concierto nocturno con una multitud de espectadores y un edificio iluminado al fondo.

En el mundo en el que vivimos, siglo XXI, rodeados de guerras, de conflictos, de malestar político, en un mundo que parece haberle dado la espalda a Dios y al cristianismo parece increíble que casi 20.000 personas se reúnan para cantarle a Dios, para, en definitiva, rezar. La pregunta más inmediata es: ¿por qué, cómo es posible? La respuesta, muy sencilla: porque lo necesitan, porque les hace felices. Una de las conclusiones, entonces, puede ser: en el mundo en el que vivimos, siglo XXI, habiéndole dado la espalda a Dios y al cristianismo, hemos renunciado a una posibilidad de ser felices. 

Toda la gente que plagaba la plaza Salvador Dalí de Madrid (y que valga la pena decir que pese a beber mucha cerveza y estar en un ambiente muy festivo dejaron el suelo de la capital inmaculado) desde la media tarde del sábado es Iglesia, personas y como tales imperfectos, pero testimonio de su fe.

Una iglesia que, como se vio en el que fuera palacio de los deportes de Madrid, es universal y fue esa universalidad la que trajo a Madrid a colombianos, argentinos, mexicanos, venezolanos, surcoreanos y familias de todas partes de España a la capital. Eso sí, el ser universal no solo se demostró en la geografía, también en la cuestión personal: padres con hijos, abuelos con nietos, jóvenes con sus amigos, monjas y sacerdotes. Hakuna ha traspasado todas las fronteras posibles, la del idioma también haciendo subir a cantar en coreano a uno de los vocalistas, y es que, cuando lo ponen en manos de Dios hablan con el corazón y cantan desde el cielo.

Dos personas en el escenario frente a una multitud durante un concierto.

Estos chicos que bailan y se dejan de historias, empezaron su concierto con una hora santa y lo acabaron el domingo por la mañana con una misa, estos chicos van a dar mucho de sí y es que no hay más misterio que el decir que Dios está con ellos.

No fue Madrid al ritmo de Hakuna, fue Hakuna y el Wizink al ritmo de Dios.

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