
La Cumbrecita: el pueblo argentino sin coches que te invita a respirar paz y aventura
Es un rincón único en Argentina, no solo por su belleza natural, sino porque es el único pueblo peatonal del país
La Cumbrecita es un rincón único en Argentina. No solo por su belleza natural, sino porque es el único pueblo peatonal del país. Aquí, los coches se quedan fuera y los sentidos se encienden.
Ubicado a unos 120 kilómetros de la ciudad de Córdoba, este destino de las sierras es un auténtico paraíso entre bosques, arroyos y aire puro. Su ritmo pausado y la cercanía con la naturaleza lo han convertido en un sitio admirado más allá de sus fronteras.

Caminarlo es obligatorio, disfrutarlo inevitable
Al llegar, lo primero es dejar el coche en el aparcamiento comunal. A partir de ahí, solo queda ajustarse las zapatillas y comenzar a caminar. Recorrer sus calles es como entrar en un cuento: casas alpinas, caminos de tierra, árboles altos y el murmullo del agua en cada rincón.
El senderismo es el rey. Se pueden recorrer caminos entre pinos, cascadas y bosques que parecen sacados de una postal. Pero también hay tiempo para el paladar: goulash con spätzle, salchichas alemanas o tortas caseras en alguna de sus tradicionales cocinas.
Historia viva entre piedras y madera
La Cumbrecita tiene memoria. Casas antiguas, la capilla histórica y la fuente del pueblo cuentan parte de su historia. Un alto obligado: la casa de Tante Liesbeth, antigua ama de llaves, donde aún se sirve té con tortas.
Aventura entre árboles y montañas

Para los que buscan emociones fuertes, hay tirolinas y arborismo. Siempre guiado por expertos, desde las alturas se puede disfrutar de una vista impresionante del valle y del bosque.
¿Cómo llegar?
En coche, se puede ir por la RP 5 o la RP 109, en un viaje de algo más de dos horas. En autobús, se hace en dos etapas: primero hasta Villa General Belgrano y luego otro tramo hasta La Cumbrecita. El trayecto completo ronda las tres horas.
Dormir, comer y repetir
El pueblo tiene una oferta variada de alojamientos, desde cabañas rústicas hasta hoteles con spa. La gastronomía también es un punto fuerte:
- Helmut, ideal para probar platos tradicionales.
- Edelweiss Delikatessen, perfecta para una merienda con té y dulces.
- Restaurante Engel, con opciones para celíacos.
Qué no te puedes perder
Las caminatas por el centro histórico, una buena comida local, las vistas desde las alturas y la frescura de sus cascadas. La Cumbrecita es mucho más que un destino: es una experiencia que se vive paso a paso.
Más noticias: