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Personas conversando con la bandera de Venezuela de fondo.
POLÍTICA

¿Negociaron Zapatero y Jorge Rodríguez la salida de Edmundo González de Venezuela?

Zapatero, cada vez más cercano al chavismo, enfrenta críticas por su papel irrelevante en la liberación de Edmundo

El papel de José Luis Rodríguez Zapatero en la liberación de Edmundo González Urrutia, opositor venezolano, ha sido, como señalan diversas fuentes, insignificante. Pese a que el PSOE  intenta ensalzar  la intervención del expresidente, describiéndola como crucial, la realidad es que su implicación ha sido escasa  y su actuación ha pasado prácticamente desapercibida.

Las gestiones para la salida de  González Urrutia se desarrollaron principalmente entre el entorno del propio opositor y los hermanos Rodríguez, figuras clave dentro del régimen de Maduro. De hecho,  Jorge Rodríguez fue quien impulsó la salida de Urrutia  de Venezuela.

El PSOE  ha tratado de reivindicar el papel de Zapatero  como mediador, quizás con la intención de contrarrestar  el rechazo que genera entre ciertos sectores políticos su continuo acercamiento al chavismo. Sin embargo, su “mediación” en este caso ha sido objeto de fuertes críticas, calificando la maniobra socialista  de intentar glorificar su rol como “indecente”. Incluso aquellos que inicialmente se acercaron a Zapatero  para sondear su apoyo a González Urrutia  han descrito su actitud como  fría y distante.

El idilio entre Zapatero y Venezuela

Esta frialdad por parte de Zapatero no es casual. Desde su polémica validación de las elecciones fraudulentas de 2018 en Venezuela, el expresidente ha sido marginado por la oposición, que lo considera un aliado cercano al chavismo.

Este giro de Zapatero hacia una postura pro-Maduro ha sido duramente criticado. Lo que se percibía en un principio como una actitud neutral de mediador, ha devenido en una clara simpatía hacia el régimen.

El gobierno de Sánchez ha intentado suavizar la percepción pública sobre el rol de Zapatero, argumentando que su participación en las negociaciones ha sido limitada a la "ejecución técnica" de trámites.

Dos hombres estrechándose la mano y sonriendo en una sala decorada con cuadros y cortinas.

Sin embargo, esta explicación no ha logrado disipar las críticas sobre la postura ambigua del gobierno español frente a la dictadura de Maduro. Muchos observadores consideran que el continuo apoyo de Sánchez y Zapatero a una "neutralidad" cuestionable frente al chavismo ha debilitado la credibilidad de España en la escena internacional.

Es revelador que, mientras otros líderes internacionales, incluidos varios mandatarios de izquierda como Boric, Lula y Petro, han comenzado a exigir a Maduro transparencia en sus elecciones, Zapatero permanece en silencio. Mientras una treintena de exmandatarios ha solicitado la captura de Nicolás Maduro y de su número dos, Zapatero queda fuera de estas gestiones, poniendo en evidencia su alineación con el chavismo.

Respaldado por los suyos

En este contexto, podríamos afirmar que el asilo de González Urrutia a España ha sido percibido por el gobierno de Sánchez como una oportunidad para redimir su política hacia Venezuela. Las declaraciones del portavoz del PSOE, Patxi López, contrastan con las críticas del Partido Popular y otros sectores, que ven en Zapatero a un intermediario que ha perdido la imparcialidad.

El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ha salido en defensa del expresidente, exigiendo al Partido Popular que pida disculpas por haber cuestionado su compromiso con los derechos humanos en Venezuela. Esta afirmación, sin embargo, parece desconectada de la realidad de un país sumido en la represión y en manos de un régimen autoritario. Un país al que Zapatero ha ofrecido un apoyo tácito al minimizar las violaciones de derechos y legitimar procesos electorales claramente fraudulentos.

Desde 2015, cuando Zapatero comenzó a intervenir en las negociaciones en Venezuela, su papel fue bien recibido por ambas partes. Sin embargo, su progresiva alineación con el chavismo  lo ha convertido en una figura cada vez más irrelevante para la oposición venezolana.

Zapatero, una vez visto como un potencial puente entre la oposición y el régimen, ha terminado por convertirse en un defensor tácito de un gobierno autoritario, despreciado por la comunidad internacional.

En conclusión, la actitud de Zapatero hacia el chavismo no solo ha dañado su imagen como mediador, también ha socavado la credibilidad de España en su rol en la crisis venezolana. Su cercanía con el régimen y su falta de firmeza en la defensa de la democracia, lo han convertido en un actor irrelevante que resta más de lo que suma.

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