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Policía multando a un coche estacionado en la calle.
MOTOR

Un policía de Vitoria bate su récord de multas el día antes de retirarse

En su último día de servicio, decidió llevar a cabo una acción que ha dejado perplejos a sus colegas y ciudadanos

La ciudad de Vitoria ha mantenido históricamente un estricto control sobre las infracciones de tráfico, con la intención de garantizar la seguridad vial y el cumplimiento de las normativas locales. Los radares móviles y fijos, ubicados estratégicamente en diferentes puntos de la ciudad, han sido herramientas clave para la policía municipal en la reducción de accidentes y la regulación de la velocidad. Además, la transparencia en la ubicación de estos radares ha sido una política constante desde 2013, evitando la percepción de una intención meramente recaudatoria.

En el marco de estas medidas, los agentes de la Policía Local han jugado un papel crucial, realizando labores de vigilancia y control que, aunque a veces impopulares, han contribuido a la mejora de la convivencia en las calles. Sin embargo, eventos recientes han desatado una ola de indignación y controversia en la comunidad.

Una jornada inusual

El pasado lunes, la ciudad de Vitoria fue testigo de un hecho inédito: El agente, cuyo nombre no ha sido revelado, emprendió una “cacería” de infractores, utilizando el único radar móvil disponible en la localidad. En tan solo una mañana, el oficial emitió un total de 205 multas, batiendo así el récord de sanciones impuestas en un solo día.

Una mano colocando una multa de estacionamiento en el parabrisas de un coche rojo.

La polémica no solo radica en la cantidad de multas emitidas, sino también en los métodos utilizados. Contraviniendo el reglamento vigente, que establece ubicaciones fijas y señalizadas para los radares móviles, el policía decidió colocar el dispositivo en lugares inesperados y poco habituales, especialmente en las proximidades de los polígonos industriales de Ali Gobeo y Júndiz. Esta acción resultó en una avalancha de sanciones a trabajadores que, desprevenidos, se vieron sorprendidos por la presencia del radar en áreas no señalizadas.

El hecho ha generado una fuerte reacción entre los conductores afectados, quienes han expresado su descontento y han presentado reclamaciones ante el Ayuntamiento. Sin embargo, las multas son legalmente válidas y no pueden ser anuladas, lo que ha incrementado aún más la frustración de los ciudadanos.

Consecuencias y reflexiones

Este suceso ha puesto en el centro del debate la gestión de las sanciones de tráfico y la ética en el cumplimiento del deber policial. Si bien las acciones del agente fueron legales, la percepción de una “gamberrada” en su último día de trabajo ha dejado una mancha en su legado profesional y ha provocado una revisión interna en el cuerpo de policía. Las autoridades municipales han reiterado su compromiso con la transparencia y la justicia en la aplicación de las normas de tráfico, y han anunciado medidas para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro.

La jubilación del policía llega en un momento de reflexión sobre el balance entre la seguridad vial y la confianza pública en las instituciones. Mientras la ciudad de Vitoria asimila lo ocurrido, queda claro que la labor policial debe siempre orientarse hacia la equidad y el respeto por los ciudadanos, garantizando que las herramientas de control se utilicen con responsabilidad y transparencia.

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