
Sorpresa en casa de Karlos Arguiñano: su hijo, Joseba Arguiñano, ya lo ha confirmado
Joseba ha reconocido que muchos autobuses viajan hasta la casa de Karlos Arguiñano para conocerle en persona
El apellido Arguiñano lleva décadas asociado a la cocina, a la televisión y a una forma cercana de llegar a los hogares españoles. Pero más allá de las recetas, el fenómeno que ha generado Karlos Arguiñano como personaje público ha sido extraordinario. Su hijo, Joseba Arguiñano, lo ha confirmado de manera clara al revelar que “venían autobuses para ver al aita”.
La declaración se produjo durante su participación en el pódcast La ventana de la tele, emitido por la Cadena Ser. En ese espacio, Joseba repasó la influencia de Karlos tanto en su vida como en su carrera profesional. Y fue allí donde sorprendió al contar que, durante años, grupos de personas llegaban en autocares hasta la casa familiar solo para saludar al cocinero.

Este detalle ha dejado impactados a muchos oyentes, porque confirma la magnitud de la popularidad que ha alcanzado Karlos Arguiñano. No se trata solo de un éxito mediático, sino de una conexión emocional con el público. Que decenas de personas se desplacen en grupo para verle en persona demuestra la cercanía que ha generado desde la pantalla.
Joseba lo contó con naturalidad, como parte de un recuerdo familiar al que estaban acostumbrados desde pequeños. “Veíamos autobuses que venían a ver al aita”, explicó con serenidad y cierta nostalgia. Para él, crecer con una figura tan conocida fue parte del paisaje cotidiano, aunque ahora es consciente de lo extraordinario que resultaba.
Joseba Arguiñano lo ha confirmado todo
Durante la entrevista, Joseba dejó claro que ha vivido ese fenómeno sin afectación, aceptándolo como parte de su realidad. “Lo hemos vivido con normalidad, como si tu padre fuera albañil”, dijo para transmitir la tranquilidad con la que afrontaron la fama de Karlos. Esa familiaridad ha marcado su carácter y también su forma de entender el éxito.
Karlos Arguiñano no ha sido solo un cocinero de televisión, sino un símbolo nacional del buen humor, la sencillez y el amor por la gastronomía. Su forma de comunicar, entre recetas y chistes, conquistó desde hace décadas a varias generaciones. La respuesta del público ha sido tan fuerte que incluso provocó un turismo espontáneo hacia su hogar.

Para Joseba, ese cariño colectivo que recibe Karlos Arguiñano también lo ha acompañado en su propio camino. Ahora que él empieza a ser reconocido en la calle, agradece haber vivido desde pequeño esa exposición mediática.
“Eso me ha servido para tener calma y tranquilidad. Son gente que nos quiere y le debo mucho a esa gente”, añadió durante el pódcast.
El joven cocinero ha seguido los pasos de Karlos Arguiñano con dedicación y vocación propia. En 2017 fue copresentador del programa Cocina Abierta, emitido por Nova, donde comenzó a labrarse un nombre en el mundo de la televisión culinaria. Ese mismo año recibió el Premio Talento Gastro 2018 como mejor repostero, un reconocimiento a su talento en los fogones.
Su formación ha sido intensa y ha contado con grandes referentes del mundo de la alta cocina. Entre sus maestros figuran nombres como Pedro Subijana, Martín Berasategui y Ferran Adrià, figuras clave en la gastronomía española. Pero por encima de todos ellos, Joseba reconoce que la influencia decisiva la han tenido tres personas de su familia.
Karlos Arguiñano, el rey de la cocina
Su aita, Karlos Arguiñano, ha sido un guía constante, tanto profesional como emocionalmente. Su ama, Luisi Ameztoy, también ha tenido un papel muy importante en su desarrollo personal. Y su tía, Eva Arguiñano, ha sido una segunda madre con la que compartió infancia, confidencias y muchas horas en la cocina.

En el pódcast, Joseba habló con afecto de esa “manada” en la que creció, con muchos hermanos y una convivencia intensa. “Yo soy el quinto hijo y la tía Eva tiene hijos más de mi quinta, y me he criado mucho con ella”, relató. Esa estructura familiar tan amplia y cohesionada le ha dado una base sólida para afrontar los retos públicos y personales.
La historia de los Arguiñano no es solo la de una familia famosa, sino la de un vínculo especial con el público. Lo que empezó como un programa de cocina se transformó en una relación afectiva entre Karlos y millones de espectadores.
Ahora que Joseba empieza a tener una trayectoria propia, ese legado emocional cobra un nuevo sentido. El joven cocinero no solo ha heredado la vocación por los fogones, sino también el cariño de un público que ya le conocía antes de verle.
La anécdota de los autobuses es más que una curiosidad: es una muestra de lo que representa Karlos Arguiñano en la cultura popular española. Su casa no era solo un hogar, sino un símbolo para quienes veían en él a alguien cercano, entrañable y auténtico. Que su hijo lo recuerde ahora refuerza el peso de ese legado.
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