
El lujoso lugar de Málaga donde Melanie Griffith tenía una mansión junto a la playa
Melanie Griffith y Antonio Banderas tenían una mansión que ahora se llama 'La Calle' y ha experimentado una reforma
Melanie Griffith encontró en Marbella mucho más que un lugar de vacaciones. La actriz americana hizo de esta ciudad malagueña su refugio personal, ese rincón secreto donde la vida se vivía con menos ruido y más belleza. Allí, junto a Antonio Banderas, construyó una historia en común que dejó huella no solo en sus corazones, sino también en el paisaje de la Milla de Oro.
La mansión que compartían se alzaba literalmente frente al mar, con acceso directo a la playa y rodeada de jardines donde el tiempo parecía detenerse. Era una residencia amplia, elegante y con alma, donde el lujo no estaba en el exceso, sino en el privilegio de la intimidad. Fue tal su cercanía al agua, que con el tiempo las autoridades exigieron una reforma para adecuarla a la normativa de costas.

Hoy esa casa ya no es de Melanie Griffith, pero su esencia permanece. El actor malagueño Antonio Banderas, que conserva la propiedad tras su separación, ha supervisado personalmente su transformación. El lugar ha sido renombrado como La Calle, y aunque ha cambiado por fuera, conserva en su interior la memoria de una etapa muy significativa.
La reforma no solo ha sido una cuestión arquitectónica, sino también emocional. La mansión ha pasado de ser el símbolo de un amor internacional a convertirse en una nueva etapa en la vida de uno de los actores más reconocidos de España. Antonio ha respetado los orígenes del lugar, pero también le ha dado su propio carácter, más funcional, más sereno.
La mansión de Melanie Griffith
Ubicada en pleno corazón de la Milla de Oro, La Calle ocupa un espacio privilegiado entre el Marbella Club y Puente Romano. Es una zona donde se mezcla la elegancia histórica con la sofisticación moderna, frecuentada por empresarios, aristócratas y celebridades internacionales. En medio de ese entorno exclusivo, la mansión de Banderas se mantiene como un icono de discreto lujo.
Durante los años en los que Melanie y Antonio fueron pareja, la casa vivió su época más cinematográfica. Allí celebraban reuniones íntimas con amigos, descansaban de los rodajes y criaban a su hija Stella del Carmen en un ambiente de calma mediterránea. Griffith llegó a declarar en varias ocasiones que Marbella era su lugar favorito en el mundo.

En entrevistas y galas, la actriz siempre dejó claro el vínculo especial que tenía con España. Aunque su español no era perfecto, se comunicaba con simpatía y ternura, demostrando que el cariño por un país va mucho más allá del idioma. “Mi español es un poquito malo, pero… you know, es posible que una persona hable malo aquí, ¿no?”, dijo una vez con humor.
Esa frase la pronunció en la gala de los Goya, un evento donde acompañó a Banderas y en el que se respiraba una profunda conexión. Aquella noche, Antonio ofreció un emotivo discurso en el que reivindicaba el papel del cine: “No somos esenciales, pero sí necesarios”, dijo con los ojos brillantes. Melanie le miraba con orgullo desde el patio de butacas.
Aunque sus caminos personales se separaron, la admiración mutua permanece intacta. Ambos han hablado públicamente del cariño que siguen sintiendo por lo que compartieron, especialmente en aquella casa frente al mar. Para ellos, Marbella no fue un simple destino de lujo, sino el escenario de su vida cotidiana durante más de una década.
El pueblo de Málaga que conquistó a la actriz
Ahora, con La Calle renovada, Banderas ha adaptado la propiedad a sus nuevas necesidades. Sigue siendo un refugio, pero también un lugar donde escribir nuevos capítulos. No es raro verle por el paseo marítimo, paseando en silencio o disfrutando del clima, fundido con el paisaje que tan bien conoce.

La historia de esa mansión es también un fragmento de la historia del cine y del amor. Allí convivieron Hollywood y Málaga, el inglés y el español, los rodajes internacionales y los desayunos tranquilos frente al mar. Esa dualidad, ese equilibrio entre lo público y lo íntimo, define tanto a la casa como a quienes la habitaron.
Hoy, mientras el sol cae sobre la costa marbellí y la arena acaricia los muros renovados de La Calle, la casa sigue guardando secretos. Secretos de películas, de risas compartidas, de tardes de verano con Stella del Carmen jugando entre las palmeras. Y aunque el tiempo haya pasado, el espíritu de aquella época dorada todavía flota en el aire.
Melanie Griffith puede que ya no regrese a menudo a Marbella, pero dejó allí una parte de sí misma. Antonio Banderas, en cambio, ha hecho de ese lugar su hogar definitivo, entre recuerdos, nuevas ilusiones y el mar siempre presente. Y así, la mansión frente a la playa sigue viva, transformada, pero fiel a su esencia.
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