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Fachada de un edificio con el letrero Facultad de Veterinaria y algunas flores desenfocadas en primer plano
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La colección científica de malformaciones congénitas entra en peligro por el cierre del laboratorio de plastinación

Esta técnica, que sustituye los líquidos biológicos por polímeros de silicona, preserva los especímenes

La ciencia española enfrenta un nuevo golpe. La clausura del laboratorio de plastinación de la UCM ha puesto en jaque a una de las colecciones biomédicas más valiosas de Europa. La decisión, ejecutada por la unidad de prevención de riesgos laborales, amenaza la continuidad de un proyecto único que lleva años construyéndose en silencio y que ahora corre riesgo de desaparecer.

La Colección Científica de Malformaciones Congénitas en Animales es un tesoro poco conocido. Reúne más de 500 especímenes de distintas especies, la mayoría lechones, que presentan malformaciones similares a las humanas. Su valor científico es excepcional.

Permite estudiar síndromes, asociaciones y complejos malformativos con un nivel de detalle difícil de encontrar en otros recursos. Es, en esencia, un laboratorio natural para comprender el origen de muchas anomalías congénitas.

La plastinación es la piedra angular de este proyecto. Esta técnica, que sustituye los líquidos biológicos por polímeros de silicona, preserva los especímenes de forma permanente. No se deterioran, no desprenden olores.

Pueden manipularse sin riesgo, y, sobre todo, pueden conservarse para siempre. Gracias a este proceso, la colección no es un mero archivo biológico. Es una herramienta viva para la investigación, la docencia y la divulgación científica.

El cierre del laboratorio supone apagar el motor que da sentido a todo el proyecto. Sin plastinación, la colección pierde su capacidad de crecer y renovarse. Peor aún, queda expuesta a un deterioro progresivo que pondría fin a décadas de trabajo.

La universidad argumenta razones de prevención, pero la decisión llega sin un plan alternativo. No hay una hoja de ruta, no hay una solución provisional. Solo un portazo administrativo que puede costar muy caro.

Aula de anatomía veterinaria con esqueletos de animales, radiografías, ilustraciones anatómicas y modelos musculares expuestos sobre mesas de metal

La comunidad científica alerta de las consecuencias. España podría perder un centro de referencia en el estudio de malformaciones congénitas en animales. Un espacio que aspiraba a convertirse en nodo europeo.

Un patrimonio científico único, construido con esfuerzo, rigor y años de investigación. El cierre no solo afecta a las piezas actuales. Bloquea futuros proyectos, paraliza líneas de estudio y limita la formación de nuevos especialistas.

El impacto académico también es evidente. Estudiantes de veterinaria, medicina y biociencias utilizaban estos modelos para aprender anatomía patológica con precisión.

La colección permitía visualizar malformaciones reales y comprender su fisiopatología. Era una herramienta pedagógica de primer orden. Sin el laboratorio, todo ese potencial se diluye.

La decisión, además, abre un debate incómodo. La universidad está asfixiando la investigación y el cierre deja más preguntas que respuestas. Y mientras se discute, los especímenes siguen esperando una protección que no llega.

España no puede permitirse perder este patrimonio. No hablamos de un museo anecdótico.

Hablamos de ciencia aplicada, de conocimiento útil, de una colección que ya está en el radar de laboratorios internacionales. Salvarla no es un capricho, es una obligación académica, científica y social.

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